Capítulo 2. Vestigia tua (II)

999 119 189
                                    

POV Narrador.

- ¿Crees que sea buena idea trabajar con gente de la CIA? – Susurró John. Mientras terminaban de acomodar las maletas en el jet – Mycroft no se ve muy cómodo...

-No lo está, aunque no lo admita está es una situación bastante tensa – John notó que Sherlock suspiró justo al tomar su asiento viendo hacia la ventana.

-Nunca hablamos de cómo te sentías con ese tema – Sherlock lo miro y luego aparto su vista.

-No hay nada que decir – Intentó terminar el tema el azabache.

-Hay mucho que decir, y hay bastante tiempo antes de que Mycroft suba y se siente – Sherlock negó.

-Con quién dejaste a Rosie – John suspiró con resignación.

-Sherlock, te dije que la Sra. Hudson la cuidaría – El detective consultor asintió – No intentes cambiarme de tema.

-Cuál tema – Susurró sin mucho ánimo.

-Sherlock – John se sentó en el asiento de al lado para poder hablar mejor con su amigo – sé que te afectó lo que sucedió con Brigette, sin embargo, no has hablado con nadie de ello, ni lo mencionaste seguiste como si las cosas fueran normales.

-Las cosas son normales – John negó levemente.

-No, si lo fueran no tuvieras la cadena que te dio – Sherlock bufó – no bufes, sabes que es cierto.

-Qué quieres escuchar – Susurró.

-Lo que piensas...

-Paso hace cuatro años, ya es muy tarde para opinar – El azabache se encogió de hombros.

John se resignó, para voltear su rostro hacia la ventana del jet.

-Nunca quise traicionarla, realmente pensaba decirle que la amaba, que notará algo en lo que le decía – John miro a Sherlock que tenía su vista puesta en la ventana – que mis ojos le mostraran que estaba en peligro – El rubio vio como el azabache cerraba los ojos – pero habló primero, después analicé que Z sabía que ella lo haría, y todos fuimos unos idiotas. Recordar como sus ojos se llenaron de decepción y en segundos se convirtió en odio – Sherlock apretó sus puños – me obligo a decir que lo hacía por Farrah, que lo que había hecho era parte de su plan, lo que tanto me costó demostrarle que la quería, él lo boto en unos minutos – John frunció su ceño con un poco de dolor – no hay día que no piense, que ella puede estar viva.

***

La música sonaba muy fuerte en la disco, estaba sentada en la barra de bebidas, no se sentía bien, era una de esas noches en las que había decidido resguardarse en el alcohol era la mejor solución según ella.

Se levantó de la barra ya habiendo pagado, para moverse por el lugar, sin bailar, sin pensar solo por caminar, necesitaba despejar su cabeza de los recuerdos que le inundaban constantemente.

Cuatro años, en los que ya no había sentido ninguna emoción, se había convertido en las cosas que más odiaba, y seguiría por ese camino hasta que sintiera que ya no podía más. No vivía, solo se dejaba llevar por lo que viniera, los mafiosos sabían dónde encontrarla, todas las noches en diferentes bares, apostando, drogándose, bebiendo... Usualmente pensaba que sus padres estarían decepcionados, sin embargo, ya no le afectaba, había olvidado de donde venía porque ya no tenía sentido recordarlo.

Su cabello estaba muy corto, Z había dejado su cabello destrozado, después de despertar del coma, y lograr salir de Sherrinford decidió olvidarse, entre ellos su cabello, lucía un corte "Pixie" que perfilaba sus pómulos y hacia ver más largo su cuello. Tenía un labio reventado, por las peleas en las que se metía.

Encontró uno de los sillones del lugar, se tiró sobre él viendo cómo se movía el mundo a su alrededor. Cada vez que cerraba sus ojos, las imágenes de cómo había terminado en Londres se agolpaban. Las torturas en Sherrinford, y por último los ojos de Mike fijados en ella que reprobaban su actitud.

Ya no sonreía.

Ya no deducía.

Estaba muerta en vida...

***

Los hombres arribaron en Nueva York a la 1 de la mañana, George los había llevado a una pequeña casa, tenía tres habitaciones donde los hombres se instalaron cada uno en un cuarto. Cuando la mañana avanzara y ya hubiesen podido conocer al agente que los iba a ayudar, marcharían a la casa de Mycroft dada por la CIA como cede en Nueva York.

Las horas habían avanzado, lo suficiente como para que los cuatro hubieran recuperado fuerzas para continuar con su labor.

Estaban reunidos con George, en una habitación amplia, había un escritorio que tenía una silla de cuero detrás de él, tres sillones en fila al lado derecho de la habitación y una puerta justo en el centro, dos libreras estaban detrás de la silla de cuero dando un toque intelectual al lugar.

Unas ventanas estaban ubicadas al lado izquierdo de la habitación, que dejaban ver la calle que en York nunca dormía.

-Puede que el agente que les he traído, no sea amigable, ni tampoco quiera ver a nadie – Dijo rompiendo el silencio que se había creado lleno de estrés – no es lo que era antes. Y fue en parte mi culpa.

-De quién hablas – Mycroft parecía extrañado.

-Es posible que ni venga – John puso los ojos en blanco.

-Lo bueno es que estábamos conscientes de que era un chance – Aclaró John mirando como George se iba hasta su escritorio.

-Ya casi es hora – Todos revisaron sus relojes, casi eran las 8:00 de la mañana, faltaban 5 minutos.

La puerta se escuchó, se abrió de golpe en el lugar, Sherlock se quedó helado y sintió como si el mundo se le detuviera, la confianza se esfumo de su cuerpo y las manos comenzaron a sudarle como si tuviese alguna enfermedad, se levantó de su asiento intentando calmar lo que sentía. John abrió su boca levemente, y Mycroft simplemente alzó una de sus cejas.

Los ojos cafés que Sherlock tanto había querido ver se fijaron en los tres al mismo tiempo, llevaba un short corto, una camisa desmangada que dejaba ver algunas cicatrices muy pequeñas. Se miraba más delgada, las ojeras cubrían su rostro, y su piel estaba un poco más morena por el sol de Nueva York.

-Brigette – Susurró George desde detrás del escritorio.

-Qué es esto – Dijo en un hilo de voz viendo a su jefe directamente.

-Cierra la puerta

-No ¿En serio crees que voy a cerrar la puerta con ellos aquí? – Su voz sonaba igual que como Sherlock la recordaba, solo que con odio e ironía – Quién más falta ¿Z? porque de ser así puedo traer el juego de té para ver cómo podemos traicionar a todo el mundo – George suspiro imperceptiblemente.

-Cálmate Bri – Susurró

- ¿Calmarme? – su voz se escuchó como un hielo, mientras entrecerraba sus ojos – Échalos de aquí, no quiero ayudarles en nada... Creí que era algo serio.

-Es serio – Interfirió Mycroft con duda.

-Tú ni hables, no mereces si quiera dirigirme la palabra, reptil asqueroso – Dijo mirándolo con odio.

-Brigette deja de actuar así – Ella lo observó.

-Te voy a demostrar mi punto de vista – Saco su celular y tecleo lo que parecía un mensaje – y mi actitud tiene una razón de ser... No es algo estúpido, tú lo sabes ¡Ellos lo saben! Son lo suficientemente inteligente para matar a alguien, pueden deducir que no voy a ayudarlos...

_______________________________________________________________

Siento que sean cortos, pero, quiero plasmarles el contexto que vamos a manejar. Por lo demás, como siempre agradeciendo su apoyo incondicional, y esperando que les agrade y me den su opinión. Las quiero y los quiero mucho :3 💙✨

TogetherDonde viven las historias. Descúbrelo ahora