Eres mía

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Sam saca un brazo de la cama apagando la alarma de su celular.
Se levanta pesadamente y se encamina al baño frotándose los ojos para ver mejor. Se mira al espejo, lava su rostro, sus dientes, deja caer su largo pelo rizado por su espalda y se maquilla un poco.

Era una mañana común y corriente para Sam, con 17 años y en un día de clases que iba a resultar particularmente diferente. Se vestía con un suéter y unos pantalones cómodos, el sonido del cierre de sus botines suprimía el silencio de una casa vacía. Sam se ponía su abrigo, tomaba su bolso y bajaba las frías escaleras sin saber que sería el día que cambiaría toda su vida...

Hoy estaba más cansada de lo habitual, pero a pesar de tener sueño debería llevar algo para comer. Mis padres no se encuentran en casa, suelen ausentarse por largos periodos por sus trabajos en el extranjero.

Voy a ser sincera, al comienzo era lo mejor del mundo, ¿quién no sería feliz con libertad y sin regla? . No los necesitaba, tenía sirvientas que tomaron ese lugar preocupándose por mí al día a día volviéndolo caluroso.
Pero luego de un tiempo eso pasó de lado, y el amor familiar es lo que más me hace falta, porque al final del día sigo estando sola.

Me pongo de puntitas para alcanzar unos panqueques que preparó Lucía el día anterior. Los combino con una buena cantidad de chocolate y los guardo para comerlos en el camino.

Veo mi celular mientras lamo la cuchara que usé viendo si tengo algún mensaje pendiente, no suelo usar mucho mi celular ya que vivo en una pequeña ciudad donde no es necesario.

-Dios mis zapatos- me apresuro hacia la puerta de entrada tropezando en el camino.

Corro hacia el auto del chofer y veo que nos dirigimos a una escuela diferente.

-nueva escuela Sam-

Espera ¿qué?

¿Nueva escuela?

No no no y NO. Esto no puede estar pasando. Nadie me dijo nada.

-¡¿Dónde estamos?!-

- Lo siento, cariño, es la única manera de que estés más cerca de casa y tus padres decidieron esto a último momento- dice William, mi chofer,mirándome por el retrovisor.

¿Cómo unos padres pueden cambiar de establecimiento a su hija sin siquiera decirle?

- ¿Hace cuánto sabes?-pregunto rendida.

El sólo asiente.

-perfecto... -suspiro mirando por la ventana al ver este nuevo lugar a unas pocas cuadras de donde vivía- Los problemas de distancia tienen más espacio en la agenda de mis padres que yo, gracias por traerme. Me devolveré caminando. -
Digo bajando del auto y cerrando la puerta.

Entro a los pasillos y busco entre los mil papeles que me dio Jhoon, mi chofer.

-Veamos...¿Matemáticas? ¿es esto obligatorio?-digo pesadamente.

-Pregunté lo mismo cuando llegue aquí jaja, por cierto, soy Chloe-dice una chica de más o menos mi edad rubia con ojos verdes mientras me daba la mano a forma de saludo.

-Sam,un gusto Chloe-digo devolviendole el gesto- por casualidad sabes donde está el salón 345?

-chica, es tu día de suerte, todos íbamos para allá.

Era un poco más alta que yo y no podía mentir,era muy guapa.Le gustaban las palomitas con mantequilla y el jugo de fresa,no me pregunten como saque esa información.

Va en mi mismo año pero no compartimos muchas clases juntas.

-et voilà nuestro anfiteatro, venimos acá sólo para anuncios generales, no te alarmes ya se que pue...-

Sólo míaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora