Capítulo 3.

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-         ¡Pero si solo me ha abierto la puerta! –grité por enésima vez desde que habíamos entrado a la cafetería, llamando la atención de los alumnos allí presentes. Más aún de la que ya la estaba llamado.

-         Y habéis llegado los dos tarde –dijo Megan, otra de mis amigas–, a la misma vez.

-         ¿Y qué? –suspiré cansada. Los rumores se extienden fácil y rápido, y desde que había salido de clase había tenido que soportar los cuchicheos y las miradas curiosas de mis compañeros- Ni que hubiéramos entrado cogidos de la mano o algo.

-         Ya sabes cómo son –intervino Diana, clavando el tenedor en su ensalada-. Están obsesionados con cualquier cosa que haga ese chico.

-         Y abrir la puerta para ti ha sido lo más parecido a un gesto amable que Derek ha tenido hacia alguien de este instituto –agregó Megan echando su larga melena negra hacia atrás.

-         Por dios, es ridículo –murmuré dándole un trago a mi botellín de agua-.

-         Lo es –asintió mi mejor amiga-, seguro que con la fiesta de esta noche se olvidarán del asunto.

-         Va a ser una pasada –comentó Megan emocionada-. Todo el instituto irá, hasta Derek y Mike.

Mike era el único amigo de Derek, o por lo menos era el único chico con el que parecía ser simpático. Nadie entendía cómo podían llevarse bien. Mientras que Derek no te habla porque no quiere, Mike no te habla porque es demasiado tímido. Son completamente diferentes.

-         Yo no creo que vaya, las fiestas de Colton no son de mi agrado, y él menos.

-         Tienes que venir, no será lo mismo sin ti –dijo Diana mirándome con ojos suplicantes.

 

Lancé la ropa sobre la cama e intenté suprimir las ganas de gritar y de tirarme por la ventana que tenía. Parecía que un tornado había pasado por mi habitación, las puertas de mi armario estaban completamente abiertas y la ropa estaba tirada por todas partes. Tenía bastante ropa, pero tres cuartos de ella eran jerséis y simples sudaderas que no pegan para nada con el ambiente de una fiesta. Sí, al final iba a ir. Por qué seré tan fácil de convencer, suspiré. Le eché una triste mirada a mi estantería llena de libros que parecían decirme que me quedara y que pasara la noche junto a ellos. Aparté la mirada de la tentación y agarré un vestido blanco del fondo del armario, que no me pongo desde una cena familiar. Lo miré con ojos indecisos, si lo acompaño de una chaqueta no pasaré frío. Aunque no terminara de convencerme era mejor opción que una sudadera de Batman y unos vaqueros, por lo que terminé de secarme y arreglarme el pelo y me metí en el vestido blanco. Caminé hasta el baño del final del pasillo y cogí una bolsa con el escaso maquillaje que tenía. Me puse una ligera base para tapar pequeñas imperfecciones y tracé una fina línea negra en mi ojo, intensifiqué mis largas pestañas con el rímel y me pinté los labios con un gloss en un tono rojizo. Me eché un poco de mi perfume favorito y lista. Estiré mi brazo para coger el móvil que descansaba sobre el taburete y mandarle un mensaje a Diana para avisarla de que iba a su casa. Me aseguré de que todo estaba bien y me puse una chaqueta negra antes de salir hacia la casa de al lado. Un par de pasos después y me encontraba presionando el timbre de su casa con mi uña pintada de rojo oscuro. Diana me abrió al cabo de unos segundos con un bonito vestido morado y una americana negra, ambas llevábamos unos botines del color de nuestra chaqueta y el pelo suelto. Avisó a Gemma, su madre, de que iba a salir y nos montemos en su nuevo coche. Mi madre no llegaría hasta las una de la mañana y la fiesta era a las once, así que le dejé una pequeña nota en la cocina avisándola de que había salido. Diana puso la calefacción y la radio, una perfecta convinación en invierno. Don't look back in anger de Oasis penetró en mis oídos y comencé a tararear mientras observaba las casas pasar a través de la ventanilla. La casa de Colton estaba casi a las afueras de la ciudad, por lo que no tendríamos que preocuparnos mucho por si el ruido molestaba a los vecinos porque casi no había. Una casa sin padres y aislada de la ciudad, un lugar perfecto para hacer una fiesta. Los árboles sustituyeron a los edificios y una iluminada casa blanca con un gran porche lleno de gente apareció al poco tiempo ante nosotras. Diana aparcó el coche unos metros por detrás del lugar donde se celebraba la fiesta y la música ya se podía oír a la perfección. Unas cuantas personas se bajaban de sus vehículos y caminaban con botellas de alcohol hacia la casa casi corriendo. Diana y yo nos reímos ante su eufória y esperemos junto a su coche a Megan y a Mark, otro buen amigo. Nuestro círculo de amigos más cercanos estaba formado por Diana, Megan, Mark y yo. Coincidimos todos juntos en clase el primer año de instituto y desde ahí no nos hemos separado. Al cabo de unos minutos un deportivo blanco aparcó un par de coches a nuestra derecha y Megan y Mark se acercaron a nosotros sonrientes. No había que tener más de dos dedos de frente para saber que entre ella y él había algo. Megan llevaba su larga melena azabache  recogida en una cola de caballo y una blusa negra metida por dentro de unos pantalones dorados. Sus ojos verdes brillaban, como cada vez que estaba junto a Mark, pero ninguno de los dos parecían darse cuenta. Mark era un chico bastante atractivo, bronceado hasta en invierno, pero ante todo era muy buena persona y responsable. Megan en cambio es toda una fiestera y el pobre Mark siempre está pendiente de ella. Los saludemos con un abrazo y nos adentremos a la fiesta, pasando al lado del todoterreno negro con el que mi hermano y yo casi nos estrellamos ayer.

Comencemos a intentar abrirnos paso entre las decenas de personas que se agrupaban alrededor de la casa. La mayoría de ellas llevaban un vaso rojo en sus manos, y aunque apenas eran las doce de la noche no parecía ser el primero que llevaban en ellas. Esto era agobiante, entre la música que estaba demasiado alta incluso para mantener una conversación a gritos y la gente que se restregaba unos contra otros en un intento fallido de bailar, caminar era casi una misión imposible. Tras varios empujones y codazos conseguimos llegar hasta la puerta de la casa, el interior estaba prácticamente igual que el exterior. Había una larga mesa blanca llena de botellas, y una luz verde colocada en el techo como las de las discotecas. Saludemos a un par de personas y Megan desapareció en la multitud con un vaso en la mano, seguida del pobre Mark que no apartaba los ojos de ella. Acepté el vaso que Diana me ofreció y le di un pequeño trago, sintiendo el alcohol bajar por mi garganta. Este vaso será mi acompañante toda la noche, el plan era enseñarlo cada vez que me ofrezcan algo como si ya estuviera bebiendo, y así no emborracharme. El alcohol y yo no somos muy buenos amigos, el buen rato que paso bajo sus efectos no merece la pena comparado con lo mal que lo paso al día siguiente. La música subió de volumen, si es que era posible que estuviera aún más alta, y a mí ya estaba comenzando a dolerme la cabeza. Será una noche larga. 

Cold as fire (CANCELADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora