I. Salgo de las sombras 16 años después.

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─¿Por qué no te le acercas? Algún día tendrás que hacerte frente ─Cheryl comento, tratando de llamar mi atención.

Ignore su comentario y me quedé mirando la escena ante mis ojos. Percy lucia feliz con sus viejos y nuevos amigos. Parecía tener una relación algo bonita, con amigos que realmente aman estar con el y una aventura que no separara a los siete. Baje la vista para tratar de camuflar mis lagrimas.

Tenía 16 años encerrada en el Inframundo y nadie sabe sobre mi existencia, ni siquiera todos los dioses saben sobre mi ─menos Poseidon y Tanatos, quienes mi padrastro apenas soporta─. Enterré mi rostro entre mis brazos y deje soltar mis sollozos silenciosos. Sentí una mano acariciar mi cabello castaño con cuidado.

─Tranquila, pronto saldrás de este lugar muy oscuro para que puedas absorber toda la belleza que tiene la vida terrestre ─asentí para poder limpiar mis lagrimas y respirar profundo.

Cheryl tenía razón. Debería haber una razón por la cual debo salir de este lugar tenebroso.

─¡Querida! ─me di la vuelta para poder encontrarme con mi madre saludándome desde el porche de su jardín, indicando a que fuera donde estaba ella. Me despedí de Cheryl y esta desapareció un segundo después.

Me di la vuelta y comencé a caminar hacia el jardín de Persefone, quien me miraba con una pequeña sonrisa. Comencé a tararear una canción que a Percy a sus quince años se le había pegado a la mente. 

Realmente estaba loca por ese hijo de Poseidon.

Subí unas pequeñas escaleras hasta llegar a mi madre, a quien abrace y le di un beso en la mejilla. Durante esos años de vida que estaba ahí, mi madre y abuela me enseñaron alimentarme muy bien, a pesar de que estaba siendo observada por las arpías que mi padrastro me había enviado.

─¿Para que me estaba llamando, mamá? ─pregunté con un tono confundido. Persefone trago saliva para poder agarrar mi mano y entrelazar con la suya para después comenzar a caminar. Estábamos unos minutos en silencio hasta que apareció el castillo donde se refugiaba mi padrastro, Hades.

─Tu padre me mando a buscarte, dice que tiene algo que decirte, algo muy importante. Así que, antes de entrar, piénsalo con mucha paciencia ¿bien?

No entendía qué era lo que decía pero igual asentí. Persefone dejo caer su mano de la mía y entré al castillo, un tanto nerviosa. No por qué temía de que mi padrastro me hiciera daño, si no eso "algo importante" que mi mente piensa que cambiaría mi vida.

Cuando abrí la puerta de la oficina de Hades, llame un tanto miedosa;

─¿Padre?

No por qué era tanto oscuro que con luz, si no por qué Hades tenía adueñado unas cinco estatuas de mis peores pesadillas. Al no recibir una respuesta, trague saliva para abrir bien la puerta para después cerrarla cuando estaba ya dentro.

Mis zapatillas hicieron eco por las paredes oscuras de la habitación, había un aire frío que no sabía de donde venía, en todas las esquinas la oscuridad se llegaba más a mi y pensé que me iban a tragar ahí mismo, hasta que una voz ronca me llamo.

─Ya llegaste ─me di la vuelta y me encontré con Hades, tenía una túnica oscura y sus orejeras se veían más oscuras cada día. Asentí y me quedé parada cuando se sentó en su silla detrás de la mesa que tenía en frente.

─¿Para que me llamaste, padre? ─Hades miro debajo de la mesa y suspiro, se cruzo de brazos y me miro fijamente.

─Zeus te tiene una propuesta. Dice que es muy importante y que había llegado ya tu hora, querida.

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⏰ Última actualización: Jan 02, 2020 ⏰

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