Prólogo

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La cama está repleta de apuntes. Tenia toda la noche para aprenderme los 4 últimos temas de Historia. Bufé. Los exámenes finales iban a acabar conmigo. Las últimas semanas las había pasado encerrada en la habitación, a penas había tenido contacto con cualquier otro ser humano que no fuera Alice, la mujer que solía traerme la comida todos los días. Mi móvil estaba repleto de mensajes de Arnau, bufé ante la presión a la que me estaba viendo sumida. Hice un hueco entre los papeles y me tumbé en la cama. El grupo de WhatsApp de clase ardía. Los típicos alumnos que estudiaban todo el ultimo día estaban como locos pidiendo los apuntes; sin contestar nada apagué el móvil. Venga Bella, que tu puedes

El sonido de la puerta principal abriéndose me indicó que mis padres habían vuelto de la cena de negocios. Miré el reloj, eran las 23:03. Aun era pronto, tenía tiempo. Intenté concentrarme en los apuntes, cogí mis cascos y me puse la banda sonora de mi película favorita. Mis ojos viajaban rápidamente observando los esquemas y mapas mentales. La desesperación me estaba invadiendo. Los minutos pasaban y pasaban

Unos golpes por encima de la música que reproducían mis cascos me alertaron. Pausé la canción y me quité los auriculares. Provenía del piso de abajo, eran sonidos  variados que no conseguía reconocer pero de gran magnitud. Como si un tornado estuviera atravesando el salón. Quizá mis padres habían vuelto a discutir, en algunas ocasiones los muebles y el decorado de la casa había salido perjudicado. Mi madre, aunque para muchos fuera la mujer más maravillosa y amable del universo, para otros ( como en mi caso) era la temida abogadaMara Beker. Trabajaba en un bufete privado del centro de la ciudad de Los Angeles. Por otra parte estaba mi padre, Azïm Labib. Accionista de un famoso equipo de baloncesto que mueve más de 3000 millones de dólares al año.

Mis padres se habían conocida en la Princeton University en el año 1994, cuando ambos estaban estudiando. Después de terminar se mudaron juntos a Seattle, donde mi madre encontró un puesto de trabajo en una importante empresa. En el año 2001 mi madre descubrió que estaba embarazada y antes de dar a luz se trasladaron por ultima vez a la ciudad de Los Angeles. Desde entonces su vida no había tenido más giros inesperados. Algunos años después, en el 2007 tuvieron a Azán, mi hermano pequeño. Él actualmente estaba estudiando en Irlanda y no volvería hasta dentro de dos años.

El sonido del cristal rompiéndose volvía a retumbar en el silencio. Siempre igual. Abrí la puerta de la habitación decidida a pegar un par de voces con tal de que se callaran y me dejaran estudiar tranquila. Según me acercaba a las escaleras el ruido era más notorio. 

- ¡Mamá! Estoy estudiando. Parad de hacer tanto ruido - grité agarrándome a la barandilla de la escalera. El ruido seguía. Mediante bufidos y más enfadada que antes bajé dando botes a la planta de abajo

Mis ojos salieron de sus órbitas. El salón estaba completamente destrozado. El sofá de cuero blanco que adornaba el centro de la habitación estaba lleno de rasguños. El piano tenia rota una de las patas delanteras. La lampara del techo estaba hecha añicos en el suelo. Parecía el escenario de una batalla campal. Sin dar crédito me dirigí al despacho de mi padre, de donde parecía que provenía el ruido. En mi camino hasta la puerta, intentaba esquivar todo tipo de cosas que me encontraba por el suelo, cuando llegué a la puerta el ruido cesó. Me quedé parada unos segundos delante  y entré decidida.

La habitación estaba repleta de papeles que volaban de aquí para allá. El sillón de mi padre se encontraba volcado encima de la mesa de madera de roble. Las estanterías estaban completamente tumbadas en el suelo y las hojas de los archivadores habían sido arracadas. Me adentré un poco más en la habitación. La foto de la familia que coronaba el escritorio no estaba, solo quedaba el marco. Me acerqué más para observar todo detalladamente y entonces pum. Caí al suelo debido a un golpe en la cabeza. Mis ojos se empezaron a nublarse. Notaba como la sangre caliente me cubría el rostro. Unas botas negras fue lo ultimo que ví antes de caer en un profundo sueño.

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