Capítulo IV

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El vaivén de la furgoneta me hacia golpearme con las paredes del maletero todo el rato, Ezra en cambio estaba sentado con los brazos en sus rodillas, con una Beretta 92 en su mano derecha y sin moverse. Me miraba sin decir nada, manteniendo la distancia

- ¿Vais a matarme? - pregunté en un susurro mirándolo a los ojos

- ¿Por intentar escapar? Es lo natural - dijo encogiendo los hombros - Pero no te va a salir gratis, antes de tu vida está la mía - finalizó la conversación con esas palabras

El trayecto fue largo, y cómo no, caí en los brazos de Morfeo, bajo la atenta mirada de mi secuestrador. Me hice un ovillo con la chaqueta gris de cremallera que Hon me hay dado cuando me vio desnuda intentando escapar de los brazos de Ezra. También me dieron unos bóxer de color negro, que aunque no era la ropa interior que solía llevar era mejor que nada. Dormí horas y horas mientras un lejano sonido de la radio daba las noticas del fin de semana: "Joven mujer de 16 años desaparecida. Pendientes de más datos. Se ruega la colaboración ciudadana "


La furgoneta se paró en seco, haciendo que una lata de tomate vacía cayera desde uno de los compartimentos y golpeara contra el suelo. Lentamente abrí los ojos. Ezra seguía en la posición inicial. La puerta del maletero se abrió, era Hon algo despeinado y con una mochila que apenas se podía cerrar de lo llena que estaba. Ezra rápidamente bajó de la furgoneta llevándome consigo.

Una brisa cálida me golpeó la cara. El sol brillaba, debía ser mediodía. La furgoneta había aparcado en una calle asfaltada, había un par de parejas paseando. Era la primera vez desde que me habían secuestrado que veía a alguien que no fueran Hon y Ezra. Las ganas de gritar para pedir ayuda me invadieron, pero Ezra rápidamente lo notó y tensó su agarre a modo de advertencia. Con paso ligero nos dirigimos hacia una de las casas de color rojo que estaban distribuidas por el vecindario. La decoración era caribeña y colorida, debíamos de estar en algún estado del sur de los EEUU, no habíamos cruzado la frontera. Desde ahí se podía oler el agua salada, debía haber una playa o un puerto cerca.

Rápidamente entramos a la casa, la puerta y los remates de las ventanas eran de una madera pintada de color verde esmeralda, un poco envejecida por los años. El interior era bastante luminoso, poco se parecía a la casa en la que habíamos estado antes. Baldosines blancos con detalles rojos se extendían por el recibidor y la sala contigua que parecía ser la cocina. En el salón había listones de madera oscura, un gran sofá y librerías llenas

- Pues ya hemos llegado, voy a ver si hay algo de comer en la nevera - dijo Hon tirando la mochila a la alfombra y dirigiéndose hacia la cocina con postura cansada

- Las muñecas - yo miré a Ezra y estiré los brazos para que pudiera tocarlos, él con un ágil movimiento sacó las esposas y las cerró sobre mis manos - Ahora vamos a la habitación donde estarás

Seguimos por el pasillo. Las paredes estaban repletas de fotografías en blanco y negro. Estaban hechas entre los años 50 y 60. En ellas había niños, alguna boda, bautizos... aunque todo era muy sencillo, seguramente la familia no tuviera mucho dinero. Llegamos a una puerta de madera, Ezra la abrió con fuerza. La habitación era sencilla, una gran cama en el centro, mesillas de madera a ambos lados, un armario de madera tallada y un escritorio. En la ventana frontal había una ventana cerrada con barrotes

- La ventana no se puede abrir. Hay un baño al lado del salón y otros en el piso de arriba. Hon irá después a comprarte algo de ropa

- ¿Dónde estamos? - pregunté mirando por la ventana. Una gran avenida se extendía hacia el horizonte, al fondo se podían ver grandes buques. Era un puerto marítimo

- No te importa - respondió seco

- ¿Qué quereis? Mis padres pagarán el dinero que haga falta - dije mirándolo a los ojos. Mis padres tenían mucho dinero, les darían lo que pidieran con tal de que me permitieran volver a casa

- No soy yo el que quería secuestrarte - dijo encogiendo los hombros - Eso se lo tendrás que preguntar a otra persona

- ¿A quién?¿Hon? - pregunté. La verdad es que creía que esto había sido idea de Ezra, Hon parecía buena persona. Todo lo buena persona que podía ser alguien que ayudaba a secuestrar a una adolescente

- Que va - dijo entre risas - Honey no manda ni en su casa. Pronto lo entenderás

Ezra se fue sin añadir palabra. Yo me froté las muñecas, las esposas me hacían daño. Me tumbé en la cama boca arriba. ¿Cómo había llegado a esto? Todo me tenia que pasar a mí. Tenía que intentar volver a casa como fuera, pero tenia miedo. Tenia miedo de que en mi huida me dieran un balazo en la frente sin pestañear. Prefería esperar a que mis padres pagaran el dinero y mis secuestradores me dejaran tirada en mitad de una carretera hasta que algún alma caritativa me recogiera. Pero la espera se me estaba haciendo eterna ¿Por qué no pagaban? Quizá les habían pedido mucho dinero y tenían que esperar unos días para que lo pudieran solicitar en el banco, o quizá la policia estaba interviniendo. La verdad es que prefería perder ese dinero a que la cosa se alargara por culpa de la presión policial.

Volví a bufar y me acurruqué en la cama, no podía dejar de pensar ¿Qué pensaría mi entorno? ¿Estará mi cara en los telediarios? Me había fijado en que en el salón no había televisión

La puerta se abrió de repente. La cabeza de Hon se asomó temerosa

- Te he traído algo de comer - dijo aun con un plato de lentejas en la mano derecha

- No quiero nada - solté sin moverme de la cama

- Vamos, tienes que comer un poco - susurró con ternura dejando el plato en la mesilla - ¿Quieres que traiga agua? - le corté

- ¡Te he dicho que no quiero nada! - grité incorporándome en el borde de la cama

- Hon, déjala. Con suerte se morirá de hambre y dejará de tocar los cojones - Ezra estaba apoyado en el marco de la puerta, su voz fue clara. Hon y yo lo miramos sin decir nada, un intentaba mantener la mirada para mostrarle que no me arrodillaría ante nadie, Hon lo único que hizo fue salir de la habitación sin decir nada y dejando el plato de lentejas tras él. Segundos después Ezra seguía mirándome con desaprobación hasta que yo aparté la mirada para volver a tumbarme en la cama y él cerro de un portazo

La guerra acababa de empezar


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⏰ Última actualización: Jul 08, 2019 ⏰

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