Acto VII

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El aeropuerto nunca ha sido problema alguno para su persona, en sí, podía presumir ese edificio como una pasarela de modas algo saturada donde, claramente, era uno de los modelos más destacados. Podía usar sus lentes de sol, una boina roja con una pañoleta del mismo tono envolviendo su cuello, caminar como siempre lo ha hecho cuando presume su grandeza y firmar autógrafos de todos aquellos que lo deseaban más nunca lo podrían tener en sus manos; un solo chasquido incluso sería suficiente para llamar la atención de unos cuantos que corearan su nombre como un héroe y le entregaran el mundo a sus pies. ¡Podía tenerlo todo! Y aun así ahí estaba, hundiéndose entre un mar de gente mientras observaba a la nada, pasando desapercibido por los televidentes que, sorprendentemente, no le importaban.

Sentía escalofríos, enormes ganas de vomitar, una necesidad ingente de salir corriendo al baño para encerrarse en uno de los cubículos para gritar desesperado por ayuda. Ya estaba titubeando sobre sus propias decisiones, ¿qué tal si ya no lo extrañaba como le prometió? ¿Qué tal sí su vida ya estaba mejor? Que tal...sí simplemente lo olvidó. No es difícil seguirle la conversación a una persona por llamada, menos cuando esta misma, nuevamente, deja de marcar, contestar, solo para dar la impresión de estar "indispuesto" cuando, en cambio, sale corriendo a comprar el primer boleto de avión disponible al lugar que abandonó por propia decisión; ¿qué demonios estaba pensando?

Un ligero toqueteo en su hombro lo despierta, haciéndolo mirar sobre el mismo; es el chófer que contrató para que buscara donde sea que fuera ese "set" de grabación. Una pregunta suave llega a sus oídos, y unas cuantas palabras más solo le oprimen el pecho con violencia.

¿Estaba listo?

¿Qué estaba diciendo? Obviamente, no estaba listo.

MelancholyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora