Acto III

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Los nervios lo consumen, ¿con qué voz debería presentarse? Ya había sido... ¿cuánto había sido? Desde que su carrera se puso en pausa, las horas y los días eran tan insignificantes como los papeles que rechazó al no ser de su alcance. Titubea cuando escucha el sonido de la marcación, intentando no colgar por décima vez, ya debería tenerlo harto, más por ser un número desconocido. Había olvidado avisarle con tiempo, así que no le extrañaría que no le contestara; a diferencia de su persona, este sí usaba la cabeza.

― ¿Hola?

Un grito interno sacudió cada zona de su cuerpo, y después de tanto tiempo, volvió a sentir el pánico.

El silencio se estaba prolongando, el malestar del otro lado podía detonarse con gruñidos evidentes, por lo cual, cuando la amenaza inminente de que fuera colgado se presentó, gritó desesperado porque lo escuchase, unos momentos, al menos para que supiera quién demonios era, o quien creía que era en ese punto de la madrugada. ―U-uh, soy yo... ―un estúpido inicio, no obstante, era un consuelo para su rostro que por fin, después de rato, renunció a paralizarse para evitar que las lágrimas saladas se deslizaran, ―ha pasado tiempo...

Nadie ha dicho nada, hasta creyó, por momentos, que la línea estaba muerta.

― ¿Chris?

Por algún motivo, su corazón comenzó a latir de manera agradable.

―H-Hola.

Ruidos toscos de fondo, parece que al final de todo, sí era un mal momento. Mordió ligeramente sus labios, temerosos de que le colgase, que ya no quisiera escucharlo; ahora la sensación agradable se siente como púas y su persona quiere gritar que detenga toda sensación desagradable, tratando de responsabilizarlo de algo que ni siquiera conoce.

― ¿Sabes qué hora son?

―No.

Una risa cansada, ligeramente ermitaña, se asomó en su llamada.

―Tú nunca sabes qué horas son cuando llamas.

Tal vez era la hora adecuada, si Chef seguía dormitando, podría olvidar de lo que hablasen esa noche, por eso su humor tan agradable; comenzó a reír, en bajo, cubriendo su boca por momentos cuando un sollozo de alegría quiso escapar y delatar su desesperación que crecía de manera exponencial.

― ¿Te importaría si me escuchas unos cuantos minutos más?

MelancholyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora