𝟘𝟚

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- ¿Serás idiota? -dijo la pelinegra entre fuertes carcajadas y patadas al aire, con el rostro y orejas rojos por la falta de oxígeno en sus pequeños pulmones. Todo ello provocado por aquellos pequeños y rechonchos dedos, los que se deslizaban con facilidad y sin piedad por su torso, cuello y axilas.

- ¡Park, basta! - su respiración era irregular, casi tan descontrolada y frenética como su risa. Pudo parecer cómico, pero no podía más, simplemente no podía con esa horrible presión en el estómago, asique, para cuando pudo dase cuenta, ya había empujado al menor sobre ella, haciéndole caer en seco al suelo. -¿Pequeño...?

Al no obtener respuestas tragó en seco, bajando de la cama después para poder balancear el cuerpo en el suelo con suavidad. Aún así no obtuvo respuestas, quizás por eso comenzó a hiperventilar.

-Despierta, Park, ya...ya no tiene gracia. - los felinos ojos de la mayor se humedecieron, lo hicieron más al gritar su nombre con desesperación. - ¡Mierda! -gritó por última vez antes de comenzar a sollozar sin dejar de balancear el a su menor sin ya apenas fuerza.

Al hipar ella, también apareció una suave risa, una que le alegró al mismo tiempo que enfadó, logrando una extraña reacción por su parte.

- ¡Yoon, estás llorando por mí! -dijo él entre pequeñas carcajadas, pero, claro, a la mayor de edad no le hizo la misma gracia.

- ¡Te voy a matar, Park!

El rubio siguió riendo, o al menos eso hizo hasta que miró por primera vez a la de tez pálida, quien secaba sus mejillas sin cuidado y sollozaba en silencio. Cuando quedó mirándole ella elevó su mano hecha un puño y la estrelló débilmente en el pecho del otro, no supo que más decir.

Pensaba que se trataba de una broma, como la suya, pero al parecer ella continuó llorando.

No recordaba haberle visto de esa forma en todos los años en los que se conocieron, nunca había visto como su mayor luchaba por mantener los hipidos encerrados en su garganta, ni siquiera su almohada había visto tantas lágrimas derramadas.

Min fue a levantar su mano sobrante para repetir aquel golpe que antes le había dado, pero eso nunca llegó a pasar, pues él cogió su mano antes de que pudiese impactar en su pecho. Los dedos más pequeños se enrollaron sobre los otros, tirando después de ellos para atraer a aquella persona a sus brazos.

-Te odio, Park. -susurró sin resistirse al abrazo que estaban compartiendo.

- ¿Estás llorando...por mí? - preguntó en un tono bajo el menor, aún sorprendido por lo sucedido, aunque dejó de ser racional al corresponder la pálida su gesto.

-No se lo digas a nadie...- contestó ella, casi susurrándolo en el cuello contrario, como una súplica- ¿Lo has entendido, idiota? -él rió mientras mostraba una pequeña sonrisa en su rostro. Muy a su pesar apartó a la mayor, volviendo a tenerle cerca al tartar de secar los ríos de sus mejillas, acabando de alguna forma en el delta de sus labios.

-Yoon...

No hubo tiempo para contestar, para aquel entonces el rubio ya había atrapado sus labios.

El despertador comenzó a hacer de las suyas, sonando una y otra vez. Haciendo despertar de mala manera a un servidor a eso de las siete y cuarto de la mañana.

F i r s t L o v e	«ᴶⁱᵐˢᵘ/ʸᵒᵒⁿᵐⁱⁿ»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora