Me desperté bastante temprano para tener tiempo de prepararme para ir a la universidad. Pero no fue el mismo despertar que sentía antes; ahora mi vida tenía un propósito.
Me levanté de mi cama con determinación. Lavé mis dientes, mi cara. Me vestí. La misma rutina de todos los días, ahora la percibía con mayor esperanza, presentía que algo pasaría en aquel día. Encendí mi coche, con dificultad; debía llevarlo al mecánico. Me dirigí hacia la Universidad.
Ya en la clase de biología molecular, la última hora de la rutina, mis ojos se movían desesperados por cada sitio del salón, en busca de esa compañía que añoraba. El profesor parloteaba sin cesar, después de todo yo nunca lo entendí bien. Miré hacia mis lados, casi todos estaban concentrados en el discurso. La agonía de estar allí me sofocaba pero yo sabía que la salida a mis problemas también estaba presente allí, pues era el único lugar en donde podía tener una vida social.
Fue en ese instante, en ese maldito pero hermoso instante, que mis ojos encontraron los de ella: una chica a unos tres metros de mí a la que nunca había visto o nunca había prestado atención, ya que no me interesaba hacer ningún tipo de vínculo con nadie.
La muchacha tenía cabello rubio, ojos de un color entre café y verde, una tez clara, un rostro ovalado y de apariencia muy simpática y amistosa. Pero, quizás yo la vi de esa manera porque era mi único camino a seguir y no podía enfocarme sino en eso.
Fue un fugaz parpadeo, pero yo sentí que todo el mundo a mi alrededor se detenía y solo nos encontrábamos en el salón de clases nosotros dos. Quizá ella no sintió lo mismo, pero yo sí.
La clase siguió pero no podía ni quería concentrarme; sus ojos me traían perdido. Ella había dejado de mirarme hace mucho tiempo aunque yo no. Quizá era un obsesionado, un loco. Como sea, ella era la bifurcación de mi existencia; o intentaba hacer algo o volvía a mi vieja y solitaria conducta, lo cual no deseaba.
Al terminar el sermón del profesor, ya era tiempo de salir. Me levanté de mi silla y me dispuse a hablar con la joven. Mi corazón latía rápida y bruscamente cuando fui a donde ella se encontraba.
Recogió sus cosas, las metió en su mochila y cuando se percató de mi presencia se dirigió a mí
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Óbito Y Vigor
RomanceLas miradas me sofocaban en cada rincón. Después de todo, nada más podía hacer yo. En ese momento vino a mi memoria el instante justo en el que aquel despreciable e inmundo hecho había ocurrido. También recordé su rostro y su sonrisa que me tenía lo...