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Seungkwan pensó por días la pregunta que Mingyu le había hecho, ¿Que clase de flor era el?
Claramente no era una rosa y no se le ocurría tampoco una flor que encaje con el. Aunque pareciera tonto esa pregunta hizo que se preguntara así mismo quien era y si era quien quería ser.
El no era alguien que se fijara solo en las apariencias, pero aunque su personalidad pueda llegar a ser compatible con una rosa, su apariencia dejaba mucho que desear -según el- .

Desde esos momentos de intriga la insuficiencia llenó por completo la cabeza de Seungkwan y su autoestima bajó considerablemente.

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Durante el atardecer el rubio estaba sentado en el césped de su jardín, mirando el cielo de color durazno y amarillo, sin dudas ese era su cielo favorito.
Cerró sus ojos para disfrutar los últimos estragos del sol y el silencio hasta que se sintió observado, al abrir sus ojos vió a un curioso Mingyu observando desde donde siempre estaba.

—¿Que haces? —preguntó el castaño

—Me gusta disfrutar el sol y ya esta por ocultarse

—Eres como un girasol —el más alto sonrió y Seungkwan se quedó serio por unos minutos, ¿Un girasol?, ¿Como iba a gustarle a Mingyu siendo un girasol?

—Si, supongo que eso soy

—¿Estás bien?, ¿Dije algo malo?

—Hace un tiempo me dijiste gustaban las rosas

—A todos les gustan, pero no son mis favoritas, ¿Acaso vas a regalarme flores? —Seungkwan río y empujó al castaño.

—Las flores no se regalan, se dejan en donde están y si llegas a arrancar mis flores te arrancaré el cabello —advirtió

—Auch, eres tan cruel

—Solo contigo —Mingyu se arrojó sobre el a hacerle cosquillas cuando dijo eso

—Eres tan molesto —Kim sonreía mientras el rubio pedía piedad entre risas. Luego ambos esperaron juntos a que el sol se ponga finalmente y cada uno fue a su casa.

Seungkwan nunca había pensado ser un girasol, pero podía lidiar con eso.
Al pensarlo supo que era verdad, era algo gracioso y divertido a su manera, siempre feliz y admirando todo a su alrededor.
Todos amaban a las rosas, pero el no quería ser amado por todos, el amor de su margarita era suficiente.