Flechada

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Caminaba sin rumbo hace un par de días bajo la oscura noche con solo la pequeña luz de luna iluminando tenuemente el camino, llovía con brutalidad sin haber una señal de que pararía pronto.

Estaba al borde de la desesperación con un hermoso filo en mi mano, caminé bastante esa vez, todavía lo recuerdo. En mi trayecto llegué a una carretera vacía en donde ninguna alma pasaba, no dudé eso es seguro y solo me acosté en pleno pavimento, solo deje mis ojos cerrarse. Podía oler el pasto mojado que el viento traía desde lejos, la humedad del suelo y el fresco de la noche.

No me detuve un segundo y corte ambas muñecas con largas y profundas cortadas verticales. Sin mirar y sin llorar me mantuve tranquila con una leve sonrisa y una gran culpabilidad en mi pecho. Ahora podía percibir el aroma tibio, dulce y amargo, sentía la sangre desbordarse de mi cuerpo a gran velocidad pero sin ser suficiente para terminar rápidamente con mi vida.

Un cosquilleo se instaló en mi vientre y sonreí, era una noche tranquila y sobre todo hermosa, pude escuchar un auto frenar con rapidez provocando un fuerte chirrido, abrí los ojos por la curiosidad y lo vi, un joven apuesto de ojos verdes y cabello negro bajo Del auto con preocupación en su mirada y a la vez temor por la sangre que se había hecho un charco.No tenía fuerzas para decir siquiera una palabra o solo "déjame aquí"; era tan fuerte mi último grito interno, sabía que las lágrimas comenzaban a desbordarse como grandes cascadas sin señal de que se detendrían pronto.

El chico me cargo con suavidad y depositó un beso en mi frente diciendo aquellas dulces palabras que hicieron que algo de removiera en mi pecho: "Me ocuparé de que estés bien preciosa" me llevó a la parte trasera de su auto y me recostó con delicadeza en los asientos posicionando mi cabeza en sus piernas, no había visto el auto pero era preciso y muy lujoso.
No se demoró y dio la orden de ir casa, al principio dudé, ¿Porqué a su casa y no a un hospital? Ya no me importaba esos pequeños detalles al cerrar los ojos, estaba tranquila y a la vez ligera, era hora de partir...

Una hermosa, brillante y cálida sonrisa me recibió al abrir los ojos y aquel que estaba frente a mi dio un suspiro de alivio, tomo mi mano con delicadeza y le dio un tenue beso acompañado de un "bienvenida de nuevo a casa, Anabella" nos miramos fijamente hasta que me perdí en ellos, profundos y hermosos fue lo primero que pude percibir, su amabilidad y nobleza es lo que me hizo recordar. El aún seguía mojado y de su cabello caían pequeñas gotas de agua, tenía más fuerzas y por fin lo dije "me flechaste otra vez" comencé a llorar como una niña de kinder y solo se limitó a sonreír, me salvó sin saber que fue su culpa por haber intentado suicidarme "gracias" pronuncie tan bajo cuando sus brazos cálidos y fuertes me cubrieron en un abrazo haciéndome sentir segura a su lado sabiendo que el no me quería de tal manera.

∆Adrienna Konsèy∆

Mentes DistorsionadasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora