Capítulo XXVI

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A Harry se le resbaló su saco al piso y a mí por poco se me cae mi bolsa, sin embargo, al verlo la sostuve con más fuerza y sentí surgir en mí un enojo que no sabía que tenía dentro.

-¿Qué haces tú aquí? –bufé molesta provocando que se gesto de sorpresa también se transformara en disgusto.

-¿No debería yo preguntarle eso a Harry? –contestó dirigiéndose más a mí que a él, con Harry aún mudo a mi lado.

-¿Sabías tú que vendría? –le pregunté a Harry tratando de no molestarme con quien no debía.

-No, te lo juro Becca, yo no tenía idea –contestó tartamudo.

-¿A qué has venido infeliz? ¡No me digas que ahora tú también la quieres! –gritó Niall aproximándose a Harry y tomándolo de la camisa lo sacudió con vehemencia, logrando que este por fin reaccionara.

-¡Claro que no! ¡Hermano! ¿Qué te pasa?

-Apártate Niall, no tienes ningún derecho –grité empujándolo lejos de nosotros.

-Lárgate Harry, no quiero terminar cometiendo imprudencias –pidió Niall un poco más calmado.

-Pero si los dejo solos ¡no harán más que eso! ¡Yo me quedo! –protestó el aludido, pero aquí vi mi oportunidad de terminar con esto, con toda esta basura y residuos de otra vida.

-Quiero hablar con Becca cosas que no te incumben Harry, por favor vete.

-Claro que me incumben, soy amigo de ambos y no quiero que se sigan lastimando como hasta ahora se han dedicado a hacerlo –pero Harry no pudo terminar su oración porque decidí que era tiempo.

-No, Harry, por favor, déjanos solos.

-¿Estás segura? –me preguntó dudoso, mirando a Niall para evaluar su estabilidad.

-Sí, puedo con esto, mañana te llamo ¿Si? –contesté al tiempo en que Niall bufó y miró hacia otro lado, tratando de soportar algo que ni siquiera existía.

-Está bien, cuídate –contestó vencido acercándose a darme un beso en la frente que francamente no esperaba.

-Y tú mide tus reacciones, si le haces daño te desconozco como amigo y créeme que no te gustaría estar del otro lado –amenazó dejándome más muda que a Niall y se retiró clavando los tacones en el suelo marcando si se podía más su disgusto.

Esperamos a que hubiese salido, me aproximé a la puerta, le di un codazo a Niall para que se apartara, abrí la cerradura y le indiqué que entrara, si íbamos a discutir todo lo que no se atrevió a decirme en ocho meses, debía ser en privado, no una escena en público para mis vecinos.

-¿Y bien? –exigí arrojando mi bolso al sillón.

-¿Ahora es tu perro guardián? –preguntó con tono despectivo, exaltando mi ira.

-No lo llames así, te he dicho que no tienes el derecho de juzgar mi relación con Harry –espeté orgullosa.

-¿Relación? ¿Qué tipo de relación llevas con un mujeriego como él? –preguntó relajado, sínico y arrogante.

-Deja de hacer preguntas que no tengo el deber ni la obligación de contestar, si tengo o no una relación con Harry es mi problema –contesté siendo ambigua, porque no quería decirle que sólo éramos amigos, sería como aceptar mi sumisión a él– Así que cállate o dime por qué has venido.

-Y todavía no dejas de ser una mujer orgullosa, pero bien, ya estoy aquí, y aunque eres orgullosa y egoísta vine a decirte, que aún con todos tus defectos y los míos eres la mujer con la que quiero pasar el resto de mi días, eres la mujer que se robó mi corazón desde el primer beso y me dejó atolondrado desde el último, que no he parado de pensar en ti y que te amo, como sólo un hombre irracional como yo puede hacerlo, con locura y pasión, con ternura y sumisión.

-¿Y crees que sólo diciéndome todo aquello te excusas de no haberme buscado después de irte de Estados Unidos? ¿Qué te excusas de no haber venido por mí en cuanto dejé Londres? ¿Tanto me amas que esperas ocho meses para venir por mí? ¿Sabes cuántas veces me imaginé tu imagen tocando mi puerta? ¿Cuántas soñé con tu regreso y desperté llorando? No lo sabes, porque nunca te importó, vives de tus caprichos y ahora soy yo la egoísta, vives y buscas sólo cuando necesitas.

-No, no Becca, te busco y vivo por ti, porque te amo, sino pude regresar por ti en mi adolescencia fue por que no dependía de mí y no pude hacer nada al respecto, si tanto te hiere esa es la verdad Becca mi padre me alejó de ti y de todo buscando la perfección en un nuevo hombre. Y si no vine antes en esta ocasión fue por limitantes diferentes ¿Acaso tienes idea de los problemas y la caída que sufrió mi empresa cuando te fuiste? Los periodistas, mis socios, todos presionándome porque recuperara el estatus o amenazándome para destruir mi imagen, la de mi familia que tanto cuidé desde siempre, tuve que pagar sobornos, acallar a la prensa, también limpiar tu nombre, por favor, no me digas que no vine porque no te necesité desde un principio, vine hasta ahora porque hasta ahora las aguas se han tranquilizado y la tormenta ha pasado, ¿Qué mejor momento para ser felices que este? ¿O es que acaso tu corazón ya no me pertenece? No me digas que es demasiado tarde para sanar tus heridas, porque si las tuyas no lo hacen las mías igual de eternas permanecerán- contestó en lágrimas y sin aliento, quedándose mudo pero avanzando hacia mí, una mujer fría que apenas si comenzaba a sollozar; me abrazó y en el momento en que no lo aparté me sentí derrotada ¿Así era aceptar el amor? ¿Rendirse frente al otro?

-No lo sé, no sé si aún queda algo de mí, o de la mujer que dices amar –dije con voz firme, sin titubeos ni en susurros, con los últimos resquicios de mi fuerza, con los últimos residuos de mi ira.

-Yo sé que sí, aún estás allí. No me dejas verlo ni en tus ojos, ni en tus firmes labios, pero tus latidos son inconfundibles, yo sé que aún me amas, sólo tienes que dejar que ese amor te permita perdonarme.

-¿Acaso tú ya lo has hecho? –pregunté sorprendida, alejando un poco mi rostro para poder mirarle a los ojos.

-Claro que sí, siempre, sólo necesitamos tu perdón ¿Qué dices? –contestó susurrando mientras sus latidos se aceleraban y se acercaba más a mí con una dudosa y nerviosa intención de besarme.

-Creo que… soñé demasiado con esto –contesté con un hilo de voz, cerrando mis ojos para fundir mis labios con los suyos.

Toda mi ira, toda su desconfianza, y nuestros nerviosismos se esfumaron. Como la luz que derrite suavemente el hielo me fui liberando, sintiendo su contacto, su cercanía y su amor en todo su esplendor. Y por primera vez en mucho tiempo, en el significado más inocente de la expresión, dormimos juntos.

What do you really want? (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora