Hogar

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Mientras cuatro lobos sufrían por uniones que pronto iban a romperse, en otra parte Oliver se mordia los labios por los nervios que sentía. Se había quedado plantado en la entrada de su casa, intentando calmar su cuerpo y su respiración, que estaba más descontrolada. Hasta sus piernas se habían convertido en gelatina. Debía de pasar por esa puerta e ir directo hacia Andy pero no podía por el maldito miedo que tenía de ser rechazado.

La luna había hablado, pero, ¿Y si Andy no lo aceptaba? ¿Si lo rechazaba por no poder verlo como su Alfa? Si eso sucedía, si el Omega lo rechazaba, él estaba seguro que moriría de dolor.

Oliver tuvo arcadas cuando puso la mano sobre el picaporte de la puerta principal de la casa, se digno a respirar profundamente y para evitar vomitar.

"Tú puedes",se dijo mentalmente.

Así que abrió la puerta e ingreso por fin al hogar.

El olor extra dulce de Andy lo golpeo de inmediato, fue apenas abrió la puerta que lo noqueo, por lo que Oliver tuvo que contener el aliento o se volvería loco. El Omega estaba en celo y lo noto por la sobrecarga de feromonas que danzaban con el habitual olor delicado de Andy. Lo que lo hacía aún más potente. Potente para el olfato de un Alfa.

"Calmate. Calmate. Calmate, demonios.",rogó.

Se saco su abrigo con rápidez y no le importo ni siquiera el tener que haber tomado las llaves del coche y depositarlas en el lugar habitual, solo lo tiro sobre el perchero de madera blanca que estaba a un lado de la entrada. Lo que menos le importaba en estos momentos era el ser ordenado.

Prioridades.

Cuando subió las escaleras las manos le temblaban al igual que nuevamente las piernas, el suelo bajo sus pies se volvió borroso o más bien su vista lo hizo. Estaba a metros de hacer actos que marcarían su futuro como un hierro caliente. Inhalo y exhalo, abrió la puerta de su habitación de par en par pero con suavidad. Tan lento como pudo.

Hasta que lo vio.

La habitación de Oliver ya no olía solo a él, ahora olía a Andy y algo más que cuando descifro que era, se le encogió el corazón como una pasa de uva. Ahora comprendía el porque Andy estaba envuelto entre tantas mantas y rodeado de almohadas sobre su cama, Oliver comprendió el porque el Omega estaba acostado en forma de bolita y abrazaba sus piernas con sus brazos.

Andy había creado un nido, para protegerse de la tristeza que lo molestaba.

Oliver se quitó los zapatos y se acercó lentamente a la cama sin intenciones de despertarlo. Corrió las sábanas con mucha suavidad hasta dejar la cara del Omega visible para él. Se asustó cuando sintió la mano del Omega tomar la suya con fuerza, y cuando lo miró con sus hermosos ojos color azul directo a los de él, tocandole así hasta el alma.

Tristes, brillantes, dilatados y enrojecidos, Oliver suponía que Andy había estado llorando durante un buen y largo tiempo por lo que se maldijo por haberlo dejado sólo en ese estado.

Ninguno de los dos emitía palabra alguna, sólo se estudiaban con la mirada. Oliver  se atrevió a llevar su mano hasta el rostro del más chico y tocarlo tan suavemente como le era permitido hacerlo, no sabía muy bien lo que significaba el silencio pero Andy no le había apartado la mano en ningún momento.

Estaba ahí. Lo sentía. La fuerza de la conexión que sentían los dos era hasta palpable. Así que se armo de valor. Tomando el silencio como luz verde para él y esperando por no arruinarlo todo, Oliver se inclinó y beso delicadamente la frente del pelinegro.

Lo sintió temblar pero este no se apartó, sin embargo si se movió, extendió sus brazos por debajo de los de Oliver, rodeandole su cintura y arrimandose hasta pegarse a su pecho.

Oreo •||Sysack||• OMEGAVERSEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora