No me gusta discutir con Daniela, pero últimamente es lo único que parecemos poder hacer. No concordamos en nada. O, mejor dicho, lo que yo pienso no concuerda con nada de lo que ella piensa. Ella siempre había tenido esa actitud imponente y sobresaliente, sus ideas notablemente mejores que las de los demás, su mente decidida de que ella tiene la razón.
Antes no me fastidiaba en lo absoluto y me resultaba bastante sencillo conversarlo con ella hasta que llegábamos a una solución o un acuerdo. Ahora, no tengo la fuerza para luchar por ello. No tengo la fuerza y no tengo la motivación.
Y es mi culpa, de cierto modo. Es mi culpa porque sencillamente dejé de sentir. De acuerdo, yo pienso que nunca he sentido realmente, sencillamente he creído todo este tiempo que lo hacía. Y Daniela no tiene la culpa de ello, no es justo para ella. La cantidad de veces que he pensado en terminar nuestra relación sobrepasa la cantidad de veces en que he considerado que la quiero y se siente mal pensar en dejarla cuando ya dedicó dos años de su vida a mí. Es egoísta. De acuerdo, decir que se siente mal no es verdad. No lo siento realmente, pero sé que es lo que debería sentir y eso me basta para no hacerlo.
—¿Si quiera me estás escuchando? —pregunta, cruzando los brazos sobre su pecho y fulminándome con la mirada—. Te pregunto quién era ella y qué hacía aquí y la única respuesta que puedes darme es que la contrató tu madre. Ni siquiera haces un esfuerzo.
Suspiro y me paso una mano por el rostro.
—¿Qué más quieres que te diga, Dani? —pregunto—. Es la verdad, mi madre la contrató para ser algo así como mi asistenta personal, no hay más verdad que esa. Si no me crees, ¿qué demonios se supone que yo haga?
Me mira furiosa, sus ojos pareciendo llenarse de lágrimas, pero sé bien qué tipo de lágrimas son. Ella no suele llorar, a menos que sea estrictamente necesario. Sin embargo, cuando está muy enfadada, sus ojos se llenan de lágrimas de frustración y enojo. Sé que ese es el caso de ahora.
—Nada —dice, entonces—. Iré a casa, Nos vemos mañana cuando deje de sentirme enfadada contigo —agrega.
No tengo la fuerza para detenerla y pedirle que se quede para arreglarlo. No tengo nada. Por ello, la observo salir, lanzando un portazo y suelto otro suspiro frustrado. Me llevó los dedos a las sienes y trato de calmar mi frustración. Pero no tiene caso. No hay manera de solucionar esto porque el motivo real por el que Maite estaba en mi oficina es porque será mi nueva psicóloga, pero eso no puedo decírselo a Daniela.
Ella no sabe nada y de eso me he asegurado en hablar con mi madre.
No sabe que hace más de un año que dejé de sentir que la amaba. Hace más de un año que no tengo sentimientos hacia ella. Hace mucho tiempo que no la quiero, no de verdad. Sé que debería y ese conocimiento está en mi mente y en mi cuerpo, pero no puedo sentirlo, no puedo forzarme a sentirlo y eso me frustra más de lo que me gustaría. No me deja concentrarme, no me deja seguir con mi vida tranquilamente.
Todo sería mucho más fácil si estuviese solo, pero ya está claro que no puedo simplemente terminar nuestra relación tan repentinamente y solo diciéndole que de pronto ya no siento nada por ella.
Decido, de pronto, que quizás la única solución para todo esto es que vuelva a sentir y, para eso, tengo algo de fe en que Maite podrá ayudarme. Ya de por sí es distinta de lo que esperaba y hay algo sobre ella que me hace tener esperanzas. Puede que sea algo sobre su actitud tan relajada y tranquila. Yo quiero un poco de eso, sin lugar a duda.
Saco mi celular y marco su número, a pesar de que acaba de irse hace tan solo unos minutos. Sé que va a lucir desesperado, pero lo estoy, al fin y al cabo. Por Daniela, lo debo hacer por ella, por todo el tiempo que ha estado para mí y por todo lo que hemos pasado juntos. Tengo que al menos intentarlo.
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El Alma Rota del Millonario (2°)
RomanceLa infancia de una persona puede afectar severamente la forma en que esta lleve su vida más adelante. Benjamin Green lo sabe a la perfección. ¿Por qué otro motivo podría haber perdido la capacidad para sentir? ¿Por qué otro motivo no sabría lo que e...