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—Entonces vendrás esta noche, no puedes olvidarlo.

Ahí estaba de nuevo, la molesta voz chillona taladrando en sus tímpanos. Quería desaparecer por el resto de esa semana y no volver hasta que por fin fuera domingo, cuando podría ver a su JungKook de nuevo. Estaba lo suficientemente ocupado para prestar atención a las exigencias de la pelirroja, no quería hacerlo tampoco, no le importaba. Ella no era nada en su vida.

—No iré, SeulGi.

No se molestó en mirarla, simplemente continuó tecleando en su ordenador como si no sucediera nada. De todas maneras no le importaba, nada que tuviera alguna importancia para la mujer era de relevancia para él.

—TaeHyung, llevo más de cinco días diciéndote lo importante que es esta cena. Lo necesito.

Con cansancio subió la mirada hasta encontrarse con los ojos furiosos de su esposa, una vez más, no era nada nuevo recibir esa clase de mirada por parte suya.

—Tú lo necesitas, yo no. ¿Por qué es tan importante mi presencia, de todas formas?

SeulGi caminó hasta apoyarse en su escritorio, inclinándose hasta mirar fijamente a su marido. Estaba furiosa. Aunque a él no podía importarle menos, se echó para atrás en su asiento, relajado.

—¡Porque es nuestra cena de aniversario! Tu madre la organizó para nosotros ¡y tú planeas faltar!

La pelirroja golpeó con su mano la madera oscura. TaeHyung se rió en su cara, le parecía un chiste que su familia se encargara de hacer todo ese teatro por algo que para él mismo no tenía crédito alguno.

—¿Aniversario de qué? Tú y yo no somos nada, SeulGi. No me importa lo que ese papel tenga escrito. Jamás serás mi esposa, al menos por mi voluntad.

No esperó respuesta, no quería escucharla. Se puso de pie y cerró su ordenador, ignorando la molesta presencia junto a sí.

—¡No puedo creer que me hagas esto! Eres un malagradecido, Kim TaeHyung.

—¿Malagradecido? ¿por qué? ¡me casé contigo en contra de mi propia voluntad!

Cerró la puerta con toda la fuerza que pudo reunir. Bajó las escaleras con la mayor rapidez que sus largas piernas le permitían y tomó las llaves de su auto junto a la entrada. No planeaba regresar. Todos podían irse al demonio.


*




JungKook estaba haciendo su tarea de física, ignoraba los gritos fuera de su habitación. Estaba seguro que una vez más SeulGi había ido a quejarse con SeulBi y su madre de la actitud del castaño. Muy en el fondo de sí le alegraba, le encantaba que su TaeHyung manifestara abiertamente su descontento con SeulGi.

—¡JungKook!

La puerta chocó con la pared cuando fue abierta con fuerza, mostrando a una mujer de cabellos azabache.

—¿Mamá? ¿sucede algo?

Dejó a un lado la libreta junto con el lápiz de grafito, viendo a su madre ingresar a la habitación acompañada de SeulBi y SeulGi.

—¿Por qué no llegaste anoche a tus clases de baile?

Agachó la cabeza y apretó sus manos juntas, contando internamente hasta cien, estaba demasiado cansado como para lidiar con su madre.

—Mamá, déjalo estar. JeonGgukie estuvo con el chico Byun toda la noche.

SeulBi intervino, poniendo su mano suavemente en el hombro de la mujer. No era necesario que elevara la mirada para darse cuenta de cómo su madre lo observaba, con negación, la misma mirada que había visto dirigida a él durante toda su vida.

—¿Y tú lo sabías? ¿por qué no me lo dijiste antes? ¡sabes muy bien que él tiene que asistir a sus clases! Tu hermana pidió explícitamente a JungKook para que se presente en su cena de aniversario.

El azabache presionó su lengua contra su mejilla con molestia. No le sorprendía que su hermana exigiera su presencia en la supuesta cena, más para molestarle que otra cosa. SeulGi era una mala persona, a fin de cuentas. SeulBi podría ser igual, pero quizás, muy lejanamente, cabía la posibilidad de que su gemela fuera muchísimo peor.

—No es culpa de SeulBi, mamá. Lo siento.

—Estás castigado. Hoy vas a practicar por ayer y este día, lo harás hasta que tu instructor crea que es suficientemente bueno. Tienes que hacerlo perfecto. No puedes equivocarte, ¿lo entiendes?

Asintió, si se atrevía a negarse seguramente su hermana se encargaría de conseguirle un castigo mucho peor, si lograba utilizar bien sus artimañas, hasta su padre lograría enterarse y él sería el único perjudicado. Tenía muy claro también que SeulBi tampoco es que estuviera en su defensa por pura bondad, ella querría algo a cambio más tarde, como siempre, desde aquí podía ver lo que le pediría. Ninguna de sus hermanas, era buena. Ambas sólo se encargaban de conseguir el beneficio propio, así tuvieran que pasar por encima de él mismo.

—Estoy muy sorprendida de ti, JungKook. No te creía así, hermanito.

SeulGi, por supuesto, no se quedaría callada, siempre intentaría divertirse con la desgracia de la gente a su alrededor. Odiaba tanto ese lugar. Las odiaba a ellas. Odiaba a su padre. Sólo quería escapar tan lejos que nunca más nadie pudiera encontrarlo.

—Muy bien. En una hora tu instructor estará aquí. —Vámonos, ustedes tienen que lucir espléndidas para esa cena.

La puerta se cerró de nuevo y el pelinegro juró que quería tomar una mochila llena de ropa, llamar a su TaeHyung y huir muy lejos. Estaba tan agotado que sentía su cuerpo pesado, no había dormido en toda la noche y esa misma mañana había tenido que entrar a hurtadillas en su propia casa. Además, había tenido que completar las actividades de la escuela por anticipado, seguro de que su madre seguiría exigiendo un registro impecable de notas sobresalientes. Poco más allá de eso, tenía que lidiar con las prácticas de baile, sin tener un bocado en el estómago.

Extrañaba tanto a su novio. Él nunca permitiría que su pequeño estuviera incómodo o se esforzara demasiado. Lo necesitaba de la misma manera que un alcohólico a un sorbo de brandy.

Secreto // TaeKook auDonde viven las historias. Descúbrelo ahora