Capítulo 1

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Se dice que todos poseemos un ángel de la guarda, pero en mi caso poseo un demonio de la guarda.
Les contaré como se suscito esta situación.

Todo comenzó cuando era una niña de cuatro años, recuerdo que mamá debió viajar por temas de trabajo y me dejó a cargo de mi abuelita.
Junto con ella vivía mi tía, una mujer siniestra quien siempre estuvo en contacto con la hechicería.

Su sueño era ser poderosa y para eso ofreció mi alma, a cambio de tener éxitos en sus hechizos.

En ese momento adquirí mi demonio de la guarda, quien me protege para no perder mi alma y que no me convierta en una buena  persona.

Quiero confesar que nunca me hizo daño, al contrario de los ángeles de la guarda el me concedía todo lo que yo le pidiera en forma inmediata y eficaz.

Cuando niña le pedía juguetes difíciles de conseguir, cada vez me llegaba en forma de regalo por algún familiar o amigos de mis padres, en otras tantas llegaba como premio de algún sorteo.

Así fui creciendo mimada por mi demonio, como dije me concedía todos mis caprichos, estos cada vez eran mayores.

Ya no solo pedía cosas materiales sino también venganzas.

Mi demonio de la guardaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora