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Habían pasado dos semanas desde que Hinata comenzó a trabajar para los Uzumaki. No solo había restablecido el servicio en la cocina, si no que también tenía a todos en la mansión encantados con sus deliciosos platillos.

Pero a Naruto no solo le fascinaba sus platillos, estaba fascinado con toda su personalidad. Las dos semanas que ella llevaba en la mansión habían sido para el una Dulce tentación. Después de aquel incesable deseo que había nacido en él, aquel día en la entrevista, la curiosidad golpeó a su puerta y comenzó a mirar a aquella chica de otra manera... estaba comenzando a notar detalles en ella que antes no había visto. Detalles atractivos, que había comenzado a desatar una ola de sueños eroticos que lo abarrotaban en las noches. El atribuía los sueños al hecho de que había acabado su relación con Shion y llevaba unos días sin tener sexo, por lo que esa noche se estaba preparando para ir a la caza. Si se quedaba en la mansión era muy probable que terminara entre las piernas de Hinata, si ella se lo permitía, claro.

Aún así... el simple pensamiento lo calcomia por dentro, por lo que decidió ir a darle un último vistazo a su cocina antes de marcharse. Cuando se acercó a la puerta escuchó la dulce risa de Hinata sumada a la de una persona que el conocía muy bien.

Kiba, el encargado de la vigilancia durante el día. En ocaciones dejaba su trabajo a medias solo por aparecer en la cocina y probar las delicias que Hinata solía preparar. Pero Naruto no era estupido. Sabía muy bien que Kiba tenía otros motivos para estar allí. Así que, sin tocar, entro a la cocina con su imponente figura, y noto como la risa seso y Kiba se incorporó rápidamente para luego ponerse pie.

— ¿Todo en orden? — pregunto entre dientes. Detestaba que otro Hombre buscara la atenciones de Hinata.

— Si señor, solo pase a cenar algo antes de marcharme a casa.— contesto Kiba, notando la incomodad de su jefe. Aún así, le sostuvo la mirada.

Hinata notó como su jefe y su nuevo amigo se desafiaban con la mirada. Se removió algo incomodad y pensó en algo que pudiera aplacar la tensión.

— ¿Desea algo señor Uzumaki?

A ti...

Naruto desvió la mira de la de Kiba y posó sus ojos sobre los de Hinata. Ella estaba , por lo visto, amansando para seguramente preparar uno de sus deliciosos postres. Sin embargo se percató de algo curioso. Algo que no había notado antes. El delantal que llevaba puesto al rededor de su cintura, marcaba claramente sus curvas, no lo pudo evitar, y el pequeño latido de su miembro le indicó que debía marcharse de allí. Pero su autocontrol se estaba yendo por la borda.

— Kiba, ¿necesitará algo más?— pregunto, ignorando la pregunta de Hinata.

— No señor.— contestó Kiba, percatándose de la indirecta, sin embargo se había dado cuenta de la situación. Su jefe claramente había notado lo que el hace días atrás.

— Puede retirarse entonces.

— Si señor. Hinata, gracias por la comida. Estaba deliciosa, como siempre.

Aquel comentario irritó a Naruto en gran manera. ¿Acaso solía el visitarla a esas horas todos los días? ¡Maldito fuera! El había tratado de mantener distancia por miedo a perder el control y fallarle a la promesa que le había hecho a su hija. Lo
que Hinata había despertado en el era muy intenso. Algo que no podía explicar con palabras, pero que nublaba sus sentidos.

Unos segundos después Kiba se había marchado de la cocina, no sin antes despedirse de Hinata, quien le brindó una radiante sonrisa. ¿Acaso la tracción era mutua? ¿A ella también le gustaba el? Ese pensamiento lo irritó aún más y sin pensarlo se acercó más a ella. Noto que ella se tensó un poco y levantó la mirada rápidamente.

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