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Efectivamente Martín se encontraba en la entrada de su edificio como la castaña le había exigido. El chico ojeaba su teléfono distraídamente sin percatarse de que ya había llegado. Ori aparcó a su lado haciendo sonar la bocina del auto.

—¡Sos pelotuda! Casi me provocas un infarto, hija de puta— Se quejó el varón cuando casi se va de culo al suelo gracias a su repentina presencia.

Ori le sacó el dedo de en medio sonriendo sin gracia.

—¿Nos vamos?— Cuestionó al ver que Martín aún no subía al auto.

El negó.

—Recuerda que te dije que iría con una amiga... ella aún no baja— Le avisó haciendo asentir a Oriana.

La chica se dispuso a revisar su Instagram mientras esperaba a la supuesta amiga de Martín.

Unos minutos después apareció una linda morena embozando una sonrisa brillante y amplia.

Ori la observó de reojo y luego volvió su vista al teléfono. No había cosa que odiara más que las presentaciones. Ah, claro que lo había... las chicas plásticas y excesivamente perfectas estaban en primera posición.

—Oriana, te presento a Marianne— La chica agitó su mano enérgicamente, ganándose una sonrisa modesta por parte de Ori.

Pese a su carácter fuerte, la cortesía jamás había estado de más en ella.

—Es un placer al fin conocerte, Oriana— Comentó la chica— Martín habla mucho de ti.

La castaña sintió una punzada en su pecho que se le hizo alusivo a emoción... ¿Pero qué le emocionaba?

—El placer es mío— Contestó sonriendo con algo de falsedad.

Finalmente Martín y Marianne ingresaron al auto, ubicándose en la parte trasera.

Oriana encendió el vehículo y se dispuso a conducir.

—¿A qué ibas a la plaza?— Inquirió el varón tratando de acabar con el silencio que se había formado allí dentro.

La azabache dirigió su vista al retrovisor. Vio el reflejo de Martín, pero al instante su mirada bajó hasta las manos entrelazadas de la morena y el varón. No pudo mantener la vista allí, por alguna razón le incomodaba.

Volvió a observar el camino y se encogió de hombros.

—Ya sabes, comprar algunas cosas para el viaje— Contestó finalmente, ignorando el remolino de sentimientos que habían aparecido con tan sólo ver a Martín con alguien— ¿Y ustedes?

Martín observó a Marianne y luego volvió la vista a la castaña.

—Mari tenía antojos de comer algo vegano, así que decidimos ir a un restaurante— Ori frunció el ceño.

—¿Martín saliendo de su cueva para comer algo saludable?— Cuestionó retóricamente— Creo que lo he oído todo.

El varón rió.

—Hay que cambiar los malos hábitos— Se encogió de hombros.

Finalmente llegaron al restaurante que antes Martín le había indicado. La morena y el de cabello ceniza se bajaron del auto.

Marianne se despidió y siguió su camino hacía dentro del local exclusivamente para veganos. Martín se quedó allí, apoyándose en la ventanilla media abierta.

—Gracias Oriana de mierda— Le sonrió sin despegar los labios. La chica no supo que responder y comenzó a tibutear como idiota. Martín rió ante la escena de una Ori nerviosa— Mejor me iré, tonta.

Hizo un gesto con la cabeza y finalmente partió de allí.

Oriana se quedó observando el camino que había tomado el varón minutos antes.

Suspiró frustrada y apoyó su cabeza en el volante. Cerró los ojos tratando de darle una razón a su extraño comportamiento hacía Martín.

¿Qué le estaba pasando?

I don't know 【Orimente】Donde viven las historias. Descúbrelo ahora