Aquí estábamos, solos los dos. En mi auto. Desamarrando el cinturón para liberar el carseat de Andrew, quien no miraba nada en especificó. Mi madre y la Sra. Banery lo habían vestido en ropa de bebé negra, acompañadas de medias blancas y su cobija azul sobre el mientras lo sacaba del carro. Eran ellas las que lo cuidaban en lo que yo ‘descansaba de todo esto’.
El bonito pasto verde se notaba recién cortado, desprendiendo ese olor que todos conocemos. Lo único que le quitaba el encanto esa mañana eran las lapidas que recorrían el lugar, pareciendo casi interminable. De nuevo sentí mi cuerpo temblar, apreté más fuertemente el coche en el que había puesto al chico, el carro ya cerrado.
Empuje el coche de bebé por el césped con poca dificultad, dirigiéndome al lugar donde nunca espere estar tan rápido. Siempre fue mi plan el casarme con Karen, comprar un perro y luego tener un hijo, ellos crecerían juntos y serian mejores amigos, tal vez incluso tener una niña, comprar una casa en los suburbios y criarlos cerca de un parque.
Pero al parecer Dios no tenía los mismos planes…
Vi a las pocas personas cercanas a nosotros rodeando al ataúd y hoyo en la tierra. Realmente no quería estar aquí, sabiendo lo que ocurriría. Incluso el ambiente parecía estar en par conmigo, el sol escondido tras las nubes grises quienes rugían de vez en cuando. Sería un día frío, note al sentir un escalofrío recorrer por todo mi cuerpo, baje la mirada hacia mi hijo de solo una semana, envolviéndolo en su cobija. Luego de esto estaré solo… Solo con él.
Mis padres y los de Karen se estaban quedando en la mía, ayudando con lo que podían antes de volver a los hoteles para finalmente irse de nuevo del país. No quiero eso… estar solo en este momento, siento que voy a estallar en cualquier momento si me quedo a solas.La pequeña risita de Andrew me ayudar a enfocar de nuevo, no había notado que me había detenido ya casi en el lugar. El me miraba con sus ojitos redondos y una sonrisa llena de curiosidad. Hizo mi corazón olvidar como latir, y no pude controlar la leve sonrisa que se posó en mis labios, agachándome un poco para tomar en mi mano la suya.
Tan frágil…
Le dio una apretón a mi pulgar, su fuerza sorprendiéndome. Pero no creo que podría esperar algo más, después de todo, la enana figura de su madre ocultaba mucha fuerza. Eso me hizo recordar el día antes de que nos hiciéramos novios, cuando me golpeo con su izquierda por haberme burlado de su gusto en libros. Sí que fui un estúpido en la universidad, pensé con una sonrisa antes de soltar la manita de mi hijo para por fin llegar a los demás, quienes mes esperaban para comenzar.
El padre asintió en mi dirección con una mirada triste que yo probablemente reflejaba en ese momento. Recibí algunos 'hola' y apretones de manos o el hombro, otros comentaban sobre Andrew, felicitándome y luego pidiendo sus condolencias. No sabía que contestarles, así que simplemente me decidí por asentar y ya, observando a mi pequeño.
Como quisiera ser tan inocente y desconocido a lo cruel e injusto del mundo. Poder dormir sin saber que mi madre estaba muerte y mi padre lo estaba por dentro. Ignorando el dolor y odio a mi alrededor.
Alguien aclaro su garganta haciendo que mis pensamientos regresaran al presente, y todos se callaron mientras el padre Richard comenzaba la ceremonia. El silencio arraso con el lugar, excepto los truenos distantes y las murmuradas oraciones de los demás. Pero yo no lo haría, no le rezaré a alguien que le arrebato la vida a una inocente.
Hasta me atrevo a decir...Lo odio.
Así que permanecí callado y con la cabeza baja, la furia y dolor a punto de desbordarse cuando escuche mi nombre y fui obligado a levantar la mirada. El sacerdote me miraba extrañado, al parecer me habían llamado varias veces ya.
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Donde la muerte estuvo.
Short StoryEs una corta historia que trata sobre perdida, y como se puede sientir ser un padre viudo.