Sentía como si me hubieran arroyado con un camión.
Las miradas a lo lejos no ayudaban, solo hacían que me sintiera más humillado, y eso hacia crecer mi rabia. La única persona que estaba permitida a verme así estaba muerta y siete pies bajo tierra. Me encontraba frente a su tumba ahora, todos se habían ido o esperaban por mí en sus carros. La carriola verde y marrón se encontraba a mi lado, pero el pequeño infante estaba en mis brazos, despierto. Esas personas murmuraban que no era seguro dejarlo solo conmigo, y eso me molesto. Pensaban que no los escuchaba.
¿Quién demonios se creen que eran? Yo soy su padre. Yo soy lo único que tiene. No ellos. Nadie me lo quitaría. Mío.
Mío.
Parpadee, escuchando la leve queja de Andrew. Sin pensarlo lo había apretado demasiado fuerte hacia mí. Y eso me asusto. No había sido mi intención, pero aun así lo hice. Tal vez... Tal vez tenían razón. No puedo hacer esto solo, pero no habían dado otra opción, y me negaba a dejarle el bebe a sus abuelos.
El día a sido tan sombrío y simplemente triste, y al parecer me alcanzo. Odiaba el echo de que me deje llevar por unos instantes, y termine en una de mis rabietas. Solo quería ir a mi pequeña casa, envolverme entre las sabanas con mi hijo al lado y dormir. Dormir por semanas, hasta que semanas se tornaran a meses y hasta años. Pero no iba a pasar.
Me arrodille lentamente frente la piedra con el nombre de mi esposa, Andrew asegurado en mi brazos. Respire hondo, tratando de tranquilizar mis nervios, que aun estaban de punta, antes de hablar con un tono bajo. Casi susurrando.
-Yo intentare...Intentare criarlo para que crezca como tu quisiste...Crecerá para...para ser honesto e inteligente..Sera como tu,- Dije inseguro, cerrando los ojos con fuerza para no tener que ver la lapida frente a mi, -Ya se parece a ti... Tiene tus ojos...Y aseguro que tu actitud también...-
Suspire para calmarme, decidiendo que ya había dicho suficiente y era hora de irnos. Seguro y tenia hambre, y ahora lo que mas importaba era el. Así que me levante, volteando me para ver el carro de mis padres esperándonos para poder irnos a su casa. Seguramente irían otras personas a pasar el rato y darnos sus condolencias de nuevo y luego olvidarse después de un par de días de Karen.
No les quería ver las caras mas, así que al llegar al coche, empujando la carriola con una mano y sosteniendo a Andrew en la otra, les dije que me iria solo a mi casa.
Mi madre nos miro preocupada y mi padre solo suspiro y entro al auto. -Hijo...No creo que debas estar solo...Ven a casa, al menos unas horas.- Intento, pero solo lo decía por mi pequeño episodio de antes. Me molestaba. No era un completo inútil, podía hacer esto.
-Podrías comer algo, y yo puedo bañar a Andrew.-
-No.- Interrumpí antes que pudiera decir otra cosa. Sus ojos parecían humedecerse un poco por mi tono, pero decidí no dejar que me afectara. -No, ma', vamos a estar bien. Puedo hacerlo solo, si necesito algo te llamare.-
Iba a argumentar cuando mi padre tomo su mano, apretándolo levemente, ayudándola a entender que ere una batalla perdida. Asentí en su dirección en forma de gracias y luego busque con la mirada a los padres Mr. y Mrs. Banery a los cuales encontré frente a su carro, abrazándose mientras ambos lloraban en silencio. Seria mejor dejarlos solo.
De nuevo baje la mirada a mi hijo, tratando de sonreír. El solo me miraba con una tonta e inocente expresión, sus brazos y piernas moviéndose sin dirección alguna. De alguna forma, sirvió para calmarme.
Esto seria fácil.
Varios minutos luego y estábamos de camino a casa. El radio estaba encendido en una estación que solo se trataba de musica rock clásica, y para mi suerte, Sweet Child O' Mine de Guns N' Roses estaba tocando. Era una canción asombrosa y al parecer no era el único que lo pensaba, escuchando a Andrew reír y moviéndose raramente al ritmo de esta.
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Donde la muerte estuvo.
Short StoryEs una corta historia que trata sobre perdida, y como se puede sientir ser un padre viudo.