Querida Cristie,
ayer vi que el camarero
del bar de zumos
que me atendió
tenía un lunar bajo la nariz
y me acordé de ti.
Luego, para colmo,
sonó esa canción
que te gusta tanto
en nuestro parque de atracciones favorito.
Y quise que estuvieras allí conmigo, agarrando mi mano cuando tuviera miedo en la montaña rusa.
No subí.
Más tarde, atardeció
y agradecí que lo hiciera,
pero, nadie me tapó los ojos ni me trajo flores y palomitas
para sentarnos en nuestro banco
a ver oscurecer la ciudad.
Cristie, tienes que volver.
Las mariposas de mi estómago no se quieren morir sin besarte una vez más.
- Amanda
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Lunares
PoesiaPoemas. Son mis lunares y los tuyos, pequeños tatuajes que alguien siempre querrá besar o unir con el dedo.