La lápida de Steve

1.6K 189 6
                                    

El cielo se había teñido

de lunares preciosos

a los que los mortales

llamaban estrellas.

Él llegaba y se sentaba

a las dos de la madrugada

en mitad del cementerio.

Rezaba por Steve.

Le extrañaba.

Le escribía cartas

y se las leía

a las cinco.

Besaba su lápida

como años antes lo había hecho con sus labios.

Cuando les trataban como delincuentes por quererse

y tenían que bregar

con las miradas

asesinas y malas lenguas

de la gente de los cuarenta.

Steve solía tener unos

labios calientes,

pero aquella piedra

fría, le hacía sentirse

más cerca de él.

Y morían una noche más;  juntos.

LunaresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora