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Sesshomaru:

Abrí la puerta de la biblioteca con suavidad, tratando de no hacer ruido. Asomé la cabeza por un lado de la puerta y vi a Kimura sosteniendo una foto en su mano.

Entré completamente y caminé despacio hacia ella. Me detuve a su lado, cautivado por el aroma de su perfume.

—La Torre Eiffel es realmente hermosa —murmuré.

Ella reaccionó sorprendida, dando un pequeño salto antes de volver a colocar la foto en su lugar.

—Taisho —me saludó aún sorprendida—. No me había percatado de tu presencia. —Tomó distancia entre nosotros.

Tomé otra de las fotos que estaban en el mueble. —Esta es Atlanta, deberías visitarla. Es impresionante —le mostré la imagen.

—¿Has viajado mucho? —preguntó mientras observaba la foto.

—Sí —murmuré—. ¿Y tú?

—Creo que no tanto como tú —contestó. Dejó el portarretratos en el mueble—. ¿Empezamos? —caminó hacia una de las mesas, abrió su portafolios y sacó algunas hojas.

—Por supuesto —me acerqué rápidamente y me senté frente a la silla en la que ella se sentaría, acomodándome—. Estoy ansioso por aprender todo lo que puedas enseñarme.

Elevó su mirada de inmediato desde las hojas. —Comencemos desde lo básico, ¿está bien?

—Está bien por mí, eres la experta en el tema.

—Bien, el arte es el uso de habilidades e imaginación para crear objetos, experiencias, melodías o entornos, con el fin de lograr el placer estético en el observador —aclaró su garganta—. Al ver una obra de arte, uno puede sentirse conmovido por ella, y a veces parece transportarse a otros lugares y tiempos, reales o imaginarios. El arte provoca asombro. Se dice que la capacidad de distinguir lo hermoso de lo feo es una habilidad humana innata. —Comenzó a explicarme, pero yo apenas podía apartar la mirada de sus labios.

La manera en que los movía para pronunciar cada palabra me tenía hipnotizado. Parecían dulces, suaves y carnosos.

—¿Entendiste? —preguntó frunciendo el ceño, y me di cuenta de que no había escuchado nada.

—Sí, ahora sé perfectamente qué es el arte —dije despreocupadamente.

—Me parece perfecto. En el examen estará esta pregunta y espero que respondas correctamente, Taisho —tragué en seco.

—Sí, profesora Kimura. —Maldición.

Rin:

—¿Qué pasa, profesora? —preguntó Taisho al notar que mordía mi labio inferior inconscientemente. Estaba nerviosa y no tenía idea de por qué.

—Me siento... intranquila —confesé—. En fin, eso no importa. Ahora buscaré un libro que te servirá para estudiar más sobre esto —me puse de pie rápidamente y, como el libro que necesitaba estaba a un metro de distancia, maldije en mil idiomas. Solo quería alejarme por un momento y, peor aún, no llegaba al libro.

—¿Intranquila de qué manera? —él se levantó de la silla.

Enseguida me giré hacia él. —No sé cómo explicarlo —tragué saliva mientras lo veía acercarse lentamente. Una vez que estuvo frente a mí, extendió su brazo para agarrar el libro. Su perfume inundó mis fosas nasales.

—¿Esa pregunta es personal?

—Sí —mordí mi labio, sintiendo una presión en mi bajo vientre—. Esto no está bien, Taisho —murmuré incómoda.

Deseos ilícitos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora