Prólogo

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Stella desde muy pequeña, alrededor de sus 13 años tuvo su primer amor platónico y era una decepción para ella porque es famoso, pero aún peor no es de su país, por lo tanto, le hacía las cosas más complicadas debido a que ella tenía la ilusión de conocerlo y un pequeño sueño de tener algo con él, aunque muy en el fondo sabía que técnicamente no podía pasar.

Aunque todos sabemos que no podemos precipitarnos debido a que nadie sabe que nos tiene preparado el destino, puede ser algo que totalmente queremos o pensamos que no nos va a suceder.

Stella cuando vio por primera vez su amor platónico tenía la sensación que lo conocía desde antes, aunque nunca en su vida los había visto, sentía una especie de vínculo entre ella y él, causando que se le volviera una pequeña obsesión.

Para ella era más que un impecable cantante, modelo, cara bonita, linda personalidad ante el público, eso le causaba mucha curiosidad porque no sabía de donde venía ese sentimiento y por eso quería saber más y más de él, pero las redes no tenían todo lo que ella quería.

Con el pasar del tiempo su fanatismo por él se fue acabando, no se debía solo a eso, sino que ella también iba creciendo y se iba interesando en cosas que, si estuvieran a su alcance, ella sabía que no podía desgastar toda su energía en alguien que no sabía de su existencia.

Stella siempre ha tenido una personalidad muy marcada desde pequeña, tenía un carácter fuerte, pero eso no le quita lo divertida, extrovertida y dulce, aunque tenía una forma fuerte de decir las cosas y verdades, algo así sin filtro.

Stella tenía un sueño de ir a España, antes el propósito era su amor platónico, ahora era disfrutar, conocer y por supuesto si se le da la oportunidad tener un romance, ella ahora quería conocer diversas culturas y tener un buen criterio sobre de donde son mejor.

Actualidad:

Stella se encontraba en Ibiza con su hermana Patrizia, comiendo en un restaurante.

— Yo pienso que deberíamos ir a una fiesta en un Club — Stella bebe un trago de vino después de decirle eso a su hermana — No nos podemos quedar encerradas en el apartamento, tenemos que salir a disfrutar esta hermosa ciudad y monumentos europeos.

Le sonríe a su hermana con complicidad.

— Lo dices por ti — Hace una mueca y come espagueti — Podemos salir, pero no por mucho tiempo, estoy cansada.

Asiento y sigo comiendo.

— Me parece perfecto — Terminamos de comer y nos fuimos.

Llegamos al apartamento y como ya era tarde nos empezamos arreglar para salir de fiesta.

Cuando llegamos al club, empezamos a beber y bailar, disfrutar del ambiente, pero lo que menos esperaba era encontrarme al que hace tiempo idolatraba.

La verdad no me lo creía como llevaba varias copas encima, era capaz imaginar o hacer cualquier cosa. Decidí a comprobar si lo que veía estaba bien o mal.

— ¿Stella para dónde vas? — Medio me giro y miro a Patrizia — Estás bastante tomada.

Le hago una seña para que me espere un momentito, me acerco a al que pensaba que era Alessandro, me reí internamente, no consideraba lo que estaba pasando.

Le toco el hombro al chico y me doy cuenta de que no era él realmente, entonces me doy la vuelta para regresar donde Patrizia, pero choco con alguien.

— Disculpa — Trato de limpiarme la parte del trago que me cayó encima y miro el desastre que le cause a la otra persona con la que me disculpe por estar pendiente de algo donde nadie me llamo — Disculpa de verdad, te invito un grado de disculpa.

Todavía no le miraba la cara a la persona con la que me tropecé.

— Tranquila — Miro al chico, era atractivo, tenía cierto encanto — Acepto el trago como disculpa, pero voy un momento al baño a limpiarme, estoy en aquella mesa con mis amigos.

Me señala la mesa y asiento mientras lo veo dirigirse al baño, busco a mi hermana con la mira, la encuentro y le hago una seña para que se acerque conmigo a la barra.

— ¿Qué sucede? — Me mira la ropa y frunce el ceño.

— Le tumbé un trago a un chico — Miro mi ropa y niego — Le voy a reponer el trago, está sentado en aquella mesa.

Le señalo la mesa.

— Nos vamos después de entregar el trago — Le hago un puchero, de verdad me quiero ir — Estoy agotada, no doy más.

Me entregan el trago, miro a lo lejos la cabeza del chico y me encamino con mi hermana.

— Mil disculpas de verdad — Le entrego el trago y lo recibe — Me retiro, me hubiera encantado conocerte en otra circunstancia.

— No es necesario que se vayan, se pueden quedar aquí — Niego — Está bien.

Cuando estoy por irme a parecer un hombre mucho más alto que yo y por las luces del club no puedo verle muy bien la cara, me muevo a un lado, también se mueve hacia ese mismo lado.

— Vale, me voy por aquí y tus pasas por acá — Miro la cara del dueño de esa voz gruesa, pero sin llegar hacer tan brusca — Por cierto, mucho gusto Alessandro.

Me da su mano y la tomo.

Sin saber que ese sería el comienzo de una historia que le daría un giro completamente a mi vida.

Tiempo después:

"Alonzo tranquilo, próximamente vuelvo y le planeamos una fiesta sorpresa"

Me río mientras hablo por teléfono.

Corto la llamada.

Me volteo y miro a la persona que está detrás de mí, le doy un abrazo por su cintura.

— Tengo que regresar, aunque me gustaría quedarme por más tiempo — Alessandro se voltea y me mira — Cumplí dos metas, una meterte entre mi cama y dos conocer lindos lugares de España.

Me mira feo por lo primero que dije.

— ¿Y cuándo vas a volver? — Me da un piquito.

Lo miro dudosa, pero lo digo.

— Quizás más nunca, cuando accedí estar contigo — Me aleja de él — Puse unas reglas, te agradezco todo este tiempo maravilloso.

Me da la espalda sin creer lo que estoy haciendo, estoy cortando lazos con desde la raíz, pero es mejor.

Porque, aunque me guste, esta vez voy mi a dejar de luchar por una fantasía y más sabiendo que por mi culpa se puede arruinar su carrera.

Solo tengo una cosa seguro, me arrepentiré de la decisión que tome.

UN SUEÑO O PESADILLADonde viven las historias. Descúbrelo ahora