Capítulo 8

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Al entrar me encuentro con él, esa maldita sonrisa en su máscara me repugna. Su manos sostienen a Betaña por el hombro, y con la otra apunta con un arma en la cabeza de ella.

En el rostro de Betaña sólo trasluce el miedo y fervor.

—Suéltala.—Digo, pero aún así no lo hace, sólo responde inclinando su cabeza a un costado.

Suelto el pomo de la puerta, acercándome aún más. Al instante Stephen abre la puerta, entrando.

—Es a mi a quien quieres, déjala y llévame a mi.—Digo una vez más.

Stephen aprieta sus puños, marcando sus venas, y frunciendo el ceño, confundido a su vez.

—No, mi pequeña demonio... ¿Como sabré que tú serás mía por la eternidad?—Mis ojos se cristalizan queriendo llorar de rabia.—¡Dilo! Alison, ¿cómo?—Stephen se me acerca, tomándome de la cintura. Susurrando en mi oído "no sedas a él, por favor".

Lo ignoró, aunque un poco extrañada a su comportamiento.

—Tu sabes muy bien que soy tuya, todo de mi te pertenece. Sólo hazlo, llévame contigo donde nadie nos encuentren.— Agacho la mirada. Me rindo, no importa donde vaya, él siempre estará ahí, nunca me dejará en paz, no quiero admitirlo pero el ya se volvió parte de mi.

—Todo este tiempo esperé a que dijeras eso, mi pequeña demonio...— empuja a Betaña y se acerca hacia mi, apuntando con su arma, apartandome lejos de Stephen.— Tengo un plan mi amor, nos iremos lejos.—Me jala hacía la puerta.

Stephen me mira con sus facciones serías, lo único que puedo susurrarle es un simple "Cuidala a Betaña".

Ya fuera del edificio me introduce dentro de una camioneta a todo terreno, me pongo el cinturón del auto. Él entra por la misma puerta que yo, para que no pueda escaparme o algo así.

—Listo, sólo falta una cosa.—Su mirada es posada en mi.— No lo siento, te has portado mal.

Golpea mi cabeza, una tras otra vez, contra el auto. No funciona, así me pone un trapo en la nariz, con un líquido que logró hacer funcionar lo que el golpe no. Veo todo a mi alrededor volverse negro, hasta quedar "dormida" o quizás muerta.

(...)

Narra Stephen

Lo único que recuerdo de Alison es un susurro hacia mi. El cual no fue muy audible.

Luego de lo sucedido, no entiendo el porqué, pero fui en busca de ella, por todos lados, pero no lo logré. No la encontré. 

Ahora mismo estoy con Betaña.

Al instante escuchamos el timbre sonar, ni siquiera nos dio tiempo de abrir, la puerta fue abierta fuertemente. Entró un muchacho de ojos claros y rubio.

 —¿Dónde está Alison?, ¿Y ustedes quiénes son?—Nos apunto con un arma sin titubear al hacerlo.

—Mejor dicho, ¿tu quién eres?—Lo miro de manera desafiante. 

—Soy su primo, no les incumbe.— Me empujó contra la pared, apunta el arma en mi cabeza, para luego decir: Una matanza tan pronto, apenas va oscureciendo.

—Estás loco. No sabes con quién te metes.— Lo empujó y comienza a hacer movimientos raros, riéndose.

—Tú deberías brindarme respeto, ¡mocoso!—Lo dice con una frívola sonrisa.

Esto no va a terminar para nada bien. Maldita Alison.

(...)

Narra el hombre de la máscara

Bad girl and bad boyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora