Las noches se hicieron días, los días en semanas, hasta hacerse un mes... Un mes que sigo encerrada aquí. Fue estúpido de mi parte pensar en que vendrían por mi, que Stephen me ayudaría, ¿pero qué más da? Sigo aquí, en el mismo lugar, la comida es lo único diferente cada día, desde que llegue aquí, la puerta nunca fue habierta... Supongo que ahora el teme de que las cosas vuelvan a dar el mismo rumbo, yo escapandome y desapareciendo. O intentar querer saber su verdadera identidad.
Miro por la ventana enrejada que se encuentra frente a mi cama rota que esta en el suelo. Me abrazo a mi misma para no sentir frío, ya que cuando desperté mi ropa fue desgarra desde un principio. Dependo de una sabana de seda vieja, y mi aliento, o frotar mis piernas/brazos, entre si, para obtener calor en mi cuerpo.
Una vez más pienso en dormir, manteniendo mi teléfono apagado, para obtener los últimos 20% con vida.
Me recuesto mirando el techo, recuerdo la primera vez que había sido secuestrada, era pequeña, siempre le temía a todo.
Un hombre ruso me había secuestrado, no entendía nada, hasta que a la fuerza tuve que aprender el idioma.
Suspire con pesadez, ya respirar esta humedad me hacia querer morir. No sentía gran parte de mi rostro, la comida se me era concedida una vez por día, varias veces era de noche cuando me traían alimento. Y no de una buena manera, sino me la pasaban por abajo de la puerta, esta siempre tocaba el suelo, dejando que se ensucie, a veces podía salvar algunas partes de comida, otras no, la humedad la tocaba, mojandola.
Siempre era lo mismo, golpees en la puerta, al rato una mano pasando comida. Baño no tenia, consistía en dos pequeños cestos, uno para orinar, otro para... Bueno, es obvio a que me refiero.
Para mantenerme un poco limpia usaba el agua de lluvia, la ventana se puede abrir, pero es imposible escapar. Del todo limpia nunca estaba, el cesto de orinar era el único que podía sacar para enjuagarlo con la lluvia y obtener agua.
Esto pudo haber sido peor.
Me abrazo a mi misma tapandome.
Al instante se escuchan ruidos, gritos, disparos, golpes. Ignoro eso y me recuesto mirando a la pared.
Comienzo a tararear una canción.
Escucho que los ruidos son más cercanos, cada vez más y más, hasta llegar a la puerta. Me levanto al instante, tocando con mis pies fríos el húmedo piso. Me coloco detrás de la puerta, y me preparo a que la abran, no tengo fuerzas, pero tampoco ganas de morirme.
Esta se abre fuerte, golpenadome un poco el cuerpo, ya que logré tapar mi rostro.
Se escuchan pasos, y mi adrenalina se apodera de mi. Me quito mi brasier, me asomo sin que me vean, hay un hombre parado de espaldas ante mi con una máscara de tela negra, tecleando en su teléfono con guantes, con cautela salgo tomando cada extremo del brasier y enrollando esta en mis manos, al llegar a él salto en su espalda intentado asfixiarlo. Lográndolo. Él intenta zafarse de mi agarre, provocando que uno de sus guantes caiga dejando ver tatuajes en el. Lo solté... Esos tatuajes me son familiar.
Él flexiona sus rodillas tosiendo, se saca la máscara de tela, dejando ver su rostro. Era Stephen.
—Dije que te iba a ayudar, y nunca rompo mis promesas Alison.—Dijo intentando regular su respiración, para luego respirar normal.
—Pensé que no vendría nadie.—Lo miré sin creerlo.
—Vamos, antes de que me arrepienta haber venido.—Se acerco a mi tapandome con su chaqueta de cuero.—Se te ve... Ah...—Carraspeo con la garganta mirando hacia otro lado.
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Bad girl and bad boy
Teen FictionAlison Wayne, una chica de 17 años, fría, sin sentimientos. No creé en cuentos de amor, a causa de que tuvo un pasado que no puede olvidar. Pero en su camino habrá un estorbó llamado Stephen James, un chico de 20 años, lleno de tatuajes y mirada frí...