Ya habían pasado las doce de la madrugada. El que los párpados no se me pegaran era un suceso cotidiano la noche anterior a entrar al instituto.
Una tenue luz podía entrar através de las cortinas transparentes, de la única lámpara amarillenta plantada afuera de mi casa, dejando el ambiente intranquilo ya que de vez en cuando titilaba casi al mismo tiempo que mi ojo derecho.
Era brumador porque no tenía sentido. Todos los años era lo mismo. Nada nuevo.
Vaya que tenía sentido el haberme desvelado así, dentro de mí los nervios me habían estado diciendo todas esas horas que vería un rostro nuevo. Uno muy parecido al tuyo.
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Sabor Extraño
Short StoryLas notas de cómo fue que caí colada por un chico oidor de música que describía el ensordecedor dolor naciente de su interior. Por un chico que parecía no poder reírse sin estar bajo la influencia de algo. Un chico que amaba odiarse y recordárselo...