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La dulce noche, ese negro velo regido por la luna que anuncia la hora en la que los humanos se sumen en su letargo temporal y se sumergen en el plano onírico. No, este no es uno de los poemas de Lucy, era lo que Rita pensaba al irse a dormir, por alguna razón que sus hijas y su esposo no entendían ella esperaba con ansias la hora de dormir. ¿Cuál es la razón?. Solo Rita lo sabía.

Como cada noche, Rita rego el Jazmín que apareció en su mesa de noche el cual había plantado en una maceta y que tenía dentro de su habitación en una ventana, la flor ya tenía unos cuantos brotes y barias hojas, además que ya había echado raíces.

Luego de regarlo se puso su pijama y se acostó, apenas cerró los ojos cayo en su mundo de sueños, en este ella podía volver a ver a su copito de nieve que era su hijo.

En su sueño.

Rita entraba a la casa y lo primero que vio fue a su pequeño hijo, esta vez él tenía seis años.

Mami, dijo el pequeño Lincoln lanzándose a los brazos de su madre. Mami volviste, Rita abrazo con fuerza a su hijo. Si Lincoln, volví, dijo Rita apretando más el abrazo, era tan reconfortante poder tener a su bebé entre sus brazos nuevamente.

Lincoln vio a su mamá. Mami ¿Por qué siempre te vas? ¿Estas ocupada trabajando?

Rita tomo a Lincoln de los hombros y lo miro con ternura. No cariño, ya no voy a dejarte solo, jamás me apartare de ti de nuevo.

Lincoln sonrió, Rita amaba esa sonrisa de dientes de conejo que su angelito tenia, esa sonrisa que podía volver en primavera el invierno más largo. Lincoln dejo de sonreír para preguntar.

Mami, ¿puedo ir a la cocina por una galleta?.

Rita no podía resistir esa ternura nata con la que su hijo había sido bendecido y que él jamás había explotado. A diferencia de su hija de seis años amante de los concursos, quizás era mejor así pensó Rita riendo.

Claro bebé, *dijo Rita con una cándida sonrisa. Puedes comer todas las que quieras *.

A Lincoln se le ilumino la cara y dio un fuerte abrazo a su mamá.

Eres la mejor mamá del mundo.

Lincoln bajo de los brazos de su mamá y fue saltando a la cocina.

Mami es buena, mami siempre me cuida, mami me quiere mucho, mi mami es la mejor, canturreaba el pequeño.

Rita sentía tanta paz, sentía que de algún modo atraves de sus sueños ella podía recuperar esos momentos que no tuvo con su hijo, pero esa hermosa sensación acabaría abruptamente cuando escucho un sonido de vidrio rompiéndose y a su bebé gritar.

Déjame, le voy a decir a mi mamá.

Eso no se oía como una pelea entre infantes, había miedo en las palabras.

Rita entro en la cocina y vio el frasco de las galletas roto en el suelo pero no a su hijo.

MAMIIÍ.

Rita oyó a su hijo, su voz provenía del patio de atrás, ahí la puerta que daba a este se encontraba abierta, lo que vio la dejo pálida del miedo, una versión más grande y deforme del traje de ardilla se había llevado al pequeño de seis años.

Esa cosa era horrible. Una criatura casi en los huesos, excepto por un abultado vientre manchado de sangre al igual que su boca llena de dientes afilados y podridos de los cuales colgaban trozos de carne agusanada y unas garras negras con las cuales sujetaba a su hijo.

Rita quiso correr a ayudar a Lincoln,  pero su cuerpo no respondía. Solo cuando la puerta se cerró pudo volver a sentir que tomaba el control.

YA VOY Lincoln, dijo  Rita pero al intentar abrir la puerta esta no se abría.

siempre a su ladoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora