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28.- Fragmentos a tu lado

Mirando por la ventana, Tony puede aún ver la escena tan nítidamente. 

Peter sonreía mientras levantaba el papel que lo acreditaba como el ganador de la competición de científicos juveniles de Queens. El presentador le daba el micrófono para que expresara algo. 

— Yo he... ¡Estoy muy feliz! Gracias, de verdad, oh gracias. ¡Tía May, lo hice! — Peter miraba aleatoriamente hacia la audiencia y hacia las cámaras, Tony mantenía la sonrisa hasta que sus ojos se encontraron — ¡Es asombroso, Sr. Stark! Venga, venga. 

Tony, que se había mantenido con un perfil bajo desde la lejanía para no quitarle la atención de los medios a Peter, ahora tenía a todo el recinto mirándole fijamente. Se arregló los lentes oscuros y luego se cruzó de brazos para negar con la cabeza mientras mantenía una sonrisa cordial en sus labios. 

— ¡No sea tímido Sr. Stark! Este es nuestro premio, tiene que celebrarlo así. 

El chico parloteaba y gritaba mientras le devolvía al micrófono al conductor y corría hasta donde Tony estaba. 

— ¿Qué estás haciendo Underoos? ¡Esta es tu noche! ve allá y lúcete.

Le había susurrado al oído cuando sintió el tirón de su brazo, Peter hizo un mohín con los labios, casi un puchero que Stark tuvo ganas de soltar una risa natural, pero se reprimió. Las entrevistadoras empezaron a hacer preguntas que él no escuchó y las luces de los flashes comenzaron a dispararse como locos. 

IronMan intentó hacer un poco de resistencia clavando sus pies en el suelo, pero ¡Por los dioses! estaba intentando ganar a la vitalidad de un chico emocionado con fuerza sobrehumana. Eso no iba a funcionar. Mientras subía las escaleras para llegar al centro del escenario Peter se dio la vuelta.

— Entiendalo Sr. Stark, mis logros son sus logros. Es el mejor hombre que he conocido y estos éxitos no serían nada sin usted. ¡Es más! Creo que solo los obtengo para complacer mi ego de verlo sonreír para mí. 

Tony evitó pensar demasiado en el notorio rubor del chico que se extendía desde sus pómulos hasta sus orejas, si hubiera sido más valiente, le habría confesado que él era el más afortunado por tener esa sonrisa radiante tan pendiente de él. Que se sentía profundamente agradecido por la belleza de su espíritu. 

Cuando los camarógrafos se acercaron, Stark decidió que, si no podía besarlo ahí mismo, al menos pasaría su brazo detrás de sus hombros. Luego pensó que sería gracioso poner unos cuernos con sus dedos, para aliviar la tensión. Fue una sorpresa cuando, días después, vio la foto y a su chico favorito imitándole. Nunca le dijo que la enmarcó y guardó como un tesoro. 

Ahora, mientras el frío viento le golpea el rostro, Tony solo quiere volver a abrazarlo y, esta vez, no dejar que se desvanezca entre sus brazos. 

— Esta vez te sostendré chico, así que no me sueltes. 

 

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