22- "You are one of the biggest hypocrites in town."

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¿Nico Mirallegro acaba de admitir que le gusto o estoy perdiendo mi cabeza? Probablemente la estoy perdiendo. Es probable que la falta de comida en mi sistema me haga alucinar y pensar en cosas que no son ciertas.

¿No?

Había una sola manera de averiguarlo.

“Espera,” Negué con la cabeza, y di un paso atrás. “¿Acabas de decirme que te gusto?” Le miré fijamente con los ojos grandes.

El se rió entre dientes, mirando a otro lado. “Bueno… no lo dije exactamente, ¿pero lo admití?” El se rascó la parte de atrás de su cuello, evitando mirar a mis ojos.

“Aww,” Contuve una risa. “Qué lindo.” Le pellizqué la mejilla.

Cogió mi mano para alejarla. “No hagas eso.” Gruñó.

Le sonreí. “¿Quién hubiera sabido que Nico Mirallegro tenía sentimientos?” Susurré con una voz de bebe, riéndome una vez que Nico me miró.

“Cállate,” murmuró, mordiéndose el labio. “Puedo ser insensible, pero no tanto.”

“Oye”, puse mis manos en alto. “Nunca dije que lo fueras”.

Pensó en ello antes de suspirar. “Cierto”. Murmuró, pasando sus dedos por su pelo.

“Bueno”,  Jugué con mis pies. “Tú también me gustas.” Susurré contra sus labios antes besarlos suavemente y me dirigí caminando.

“¿A dónde vas?”, Gritó detrás de mí.

“Para el coche, ¡es obvio! Me muero de hambre.” Haciendo hincapié en la palabra ‘hambre’ antes de continuar mí camino para regresar a su Range Rover.

Segundos después, escuché unos sonidos detrás de mí y antes de que tuviera oportunidad de darme la vuelta para asegurarme de que era Nico, sus brazos se posaron alrededor de mi cintura, tirando de mí, para ponerme de frente a él.

“Oye nena”, habló con tono áspero en mi oído y noté como un escalofrío recorría mi espina dorsal.

“Me asustaste” golpeé su costado con cuidado antes de poner mis manos sobre las suyas y seguir caminando.

El se rió entre dientes en voz baja. “Tienes que acostumbrarte nena,” Presionó sus labios con mi oreja, besándolo suavemente antes de dejarme ir, una vez que llegamos a su coche y entramos al interior.

Caminando por el otro lado, entré en el coche justo a tiempo para que Nico encendiera el coche. Una vez que lo hizo, aceleró por la calle, conduciendo a donde quiera que fuéramos a comer.

Después de unos minutos de silencio y aburrimiento, me moví en mi asiento. Eché un vistazo a la radio y luego a él. Mordí mi labio, contemplando si debía de encender o no la radio.

Danger (Nico Mirallegro & Diana Jones)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora