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-No, no puedo verte. Esfúmate. – susurre para que nadie más me escuchara.
-Puedo estar muerto, pero eso no quiere decir que sea estúpido. – me respondió indignado.
-Tenía la esperanza de que, si lo fueras, así me ahorrabas el incomoda momento en el cual todos creen que estoy loca por hablar sola. - volví a hablar mientras me percataba de las miradas curiosas que conocía tan bien ya que los peatones que pasaban me daban. - ¿Qué es lo que quieres? ¿qué necesitas? Kang Seong Jin a tus ordenes, como siempre - me resigné.
El hombre desconocido me mostró una enorme sonrisa para después darme la dirección de la mujer que solía ser su esposa cuando estaba vivo. Quería que supiera que no podía permitir que su hija dejara la carrera que amaba en la universidad solo por sus prejuicios.
La parte más difícil de hacer lo que hacia era el convencer a los vivos de la posibilidad de que existiera algo más allá de la muerte. Nadie quería creer que fuera posible y nadie quería lidiar con la pérdida de un ser querido por segunda vez.
En general el resultado de todo siempre era el esperado, pero como en todo existían excepciones en donde los vivos se hacían de oídos sordos y el escepticismo ganaba una vez más.
Tardé más de lo que habría querido hablando con la mujer de aquel fantasma, ya que resultó ser un gran creyente. Una creyente extremadamente sentimental, que había llorado por más de tres horas sin parar tras haber escuchado lo que tenia para decirle. Su esposo se esfumó por fin cuando ella dejo de llorar y sabia que esa era mi señal también. Con trabajos me despedí de la afligida señora y salí de aquella casa, solo para notar que estaba 40 minutos tarde para mi ultima clase. Iba a reprobar si seguía así.
No es que no quisiera ayudar a todos los espíritus estancados, pero era realmente agotador. Yo si tenía una vida de la cual ocuparme a diferencia de ellos.
Sabia que si intentaba llegar a la escuela solo iba a ser una perdida de tiempo así que, resignada, decidí volver a los dormitorios a tal vez adelantar alguna de las tareas que debía entregar pronto.

No faltaba mucho para llegar a mi cómodo y solitario dormitorio cuando un extraño sujeto se interpuso en mi camino provocando no solo un susto de mi parte sino también que mi trasero terminara en el piso.
- ¡Discúlpame! ¡Lo siento tanto! No fue mi intención. Venia tan distraído que no te vi. - No era el peor día de mi vida, así que solo me reí mientras me levantaba del piso con la ayuda del desconocido.
-Descuida, no hay problemas. Podría ser peor, podrías estar muerto- Para cuando me había dado cuenta de lo que había salido de mi boda, ya era demasiado tarde, pero para mi fortuna, él solo se rio como si hubiera entendido de lo que hablaba.
-Tienes razón, siempre puede ser peor, supongo. Soy Jungkook, mucho gusto. – se presentó por fin. -Estudiante de periodismo. – Terminó orgulloso.
-Seongjin. Pero todos me dicen Jini. Estoy en psiquiatría. -
-Eso explica por qué nunca te había visto antes. Parece que somos de mundos distintos. – hablo él sin borrar su sonrisa ni un solo momento. - ¿Vas a algún lado en específico? –
-A mi dormitorio, estoy en camino a dormir una buena y merecida siesta, y tal vez después haga mi tarea. -
-Siesta a las 3 de la tarde, interesante. - Dijo como si saboreara cada palabra que salía de su boca.
-Ha sido un día largo. – respondí riendo una vez más al percatarme de que en efecto sonaba ridículo.
-Me encantaría escuchar más de eso, en serio, pero tengo clase y ya voy tarde. Pero espero volver a encontrarme contigo Seongjin. Pareces increíblemente interesante. – se despidió al mismo tiempo que caminaba de espaldas hacía la salida del edificio. -Lamento haberte arrollado. -  y con eso, desapareció sin dejarme decir ni pio.
-Interesante, ¿eh? No tienes ni idea, Jungkook. - me susurre a mí misma retomando mi camino hacia mi dormitorio.

Había llegado hacia 10 minutos a mi habitación cuando ya estaba profundamente dormida. Generalmente tenías pesadillas todo el tiempo, los espíritus nunca respetaban el horario de sueño de nadie y yo estaba incluida en eso, pero extrañamente ese día ningún polizón se coló en mis sueños lo que me hizo despertar 3 horas después completamente descansada y de un humor excelente.
Así que cuando un espíritu extraño se metió en mi habitación mientras adelantaba mi tarea de anatomía cerebral funcional ni siquiera me molestó un poco.
-Necesito encontrar a alguien. Necesito tu ayuda. - era un hombre no tan mayor que se notaba más que confundido y que lucia un aspecto mojado, lo que me daba el indicio que había muerto ahogado.
-¿Qué es lo que ves? ¿Recuerdas algo? - el espíritu se quedo callado unos segundos y cuando volvió a hablar pude notar las pequeñas lagrimas se acumulaban en sus ojos.
-Necesito encontrar a alguien…-
-Sí, sí. Necesitas mi ayuda, pero para que yo te pueda ayudar necesito que tu me digas a quién estás buscando. ¿Qué es lo último que recuerdas? - a veces era difícil comunicarme con los espíritus que llegaban a mí. Estaban confundidos y eso no era fácil para ninguno de los dos. Era común que no recordaran nada de su muerte cuando esta había sido inesperada y estos mismos espíritus podían volverse agresivos cuando su muerte había sido violenta. Estos podían ser bastante intimidantes, pero el que esta dentro de mi en ese momento solo se veía perdido.
-Hay agua, sol y plantas a mi alrededor. - bueno, la parte de las plantas descartaba las playas cercanas.
- ¿Qué más? - lo alenté a seguir.
-No estoy solo, hay alguien a mi lado. –
- ¿Es esa la persona a la que quieres encontrar? -  sabía que me iba a arrepentir de esto, en especial porque necesitaba hacer mi tarea, sino de otra manera si iba a reprobar alguna materia.
-Sí, es ella. – una ella, eso descartaba varias posibilidades.
-Ella, ¿una hermana? ¿tu novia? ¿hija? - las palabras eran detonantes en los recuerdos así que entre más le dijera, más fácil iba a ser que supiera a quien estaba buscando.
-Es mi hermana. Mi hermana pequeña. - ¡perfecto! Nos íbamos acercando cada vez más.
-Muy bien. Es tu hermana pequeña. ¿Sabes su nombre? –
-Han Ah. Kim Han Ah. – y ahí mi globo interior se desinfló. En solo Seúl había miles de chicas que se llamaban igual. Necesitaba más información si realmente quería encontrarla.
-Muy bien, amigo. Vamos bien, pero necesito que me des algo más. Un detalle más para que pueda ayudarte. -
El hombre estaba a punto de abrir la boca una vez más cuando mi teléfono sonó avisándome que estaba entrando una llamada. En el identificador apareció el nombre que menos quería leer en ese momento. Siempre era tan inoportuno.
-Mantén ese pensamiento. – le dije al espíritu justo antes de responder la llamada. - ¿Qué quieres? -
-Vaya, que manera de saludar a tu hermano del que nos has sabido nada desde hace meses. -
-Si bueno, no es que haya sido una decisión unilateral eso. Según yo recuerdo, ambos decidimos darnos un tiempo. - Si decía que no había extrañado a mi hermano seria una gran mentira. Después de mi abuela, él era el único que, hacia al menos el esfuerzo para entenderme, pero la ultima vez que nos habíamos visto, no habíamos terminado muy bien.
-Lo sé. Pero sabes que no te molestaría si no fuera una emergencia. -  eso lo sabía a la perfección.
- ¿Qué pasa? ¿Qué necesitas? – tal parecía que esa era la frase que más repetía en mi día a día.
-Tamar está siendo acosada, ya sabes, por alguien no vivo. - eso casi me hace soltar una carcajada.
-Lo siento, hermano. Hay una larga lista de espera. -  Tamar era la compañera de vida de mi hermano. Habían estado juntos desde que tenía memoria y estaba segura de que era la persona a la que más amaba mi hermano en todo el mundo y quería ayudarla, pero no podía dejar tirada mi vida aquí solo por ellos. Estaba harta de siempre dejarme a un lado.
-No lo entiendes, Jin, Tamar está embarazada. – y con esa simple frase, me olvide del confundido fantasma al que estaba ayudando y comencé a hacer mi maleta.







 

creep. jjkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora