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- ¿No irás? - me preguntó desde la plataforma, negué con la cabeza en silencio a la vez que apretaba mis labios.

- No Elliot, sabes lo de mis vacaciones con mi familia, dos veranos seguidos es... demasiado. - una de sus miradas inseguras adornó su rostro, mientras se acercó a mí para depositar un beso en mi frente.

- Te voy a extrañar mucho, Kim. -

- Lo sé, prometo llamarte todos los días. -

- ¿A la misma hora? - un suspiro escapó de mis pulmones, volví a mirarlo, triste.

- Sabes que soy malo con las promesas. -

- Hazlo a penas llegues, por favor. -

Y así vi el tren de Elliot partir hasta su casa. Me saludó desde la ventana hasta perderlo de vista, a lo que le lancé un beso.

Luego llegó el mío, que se sentía mucho menos alegre sin Elliot cerca.

- ¿Puedo?

Al menos no iba a estar sólo ese viaje de tres horas. Un compañero de clase que resultó ser uno de los muchos muchachos que escuché en su momento, abrió la puerta del gabinete. Asentí en confirmación y lo ayudé a acomodarse, recibiendo un "gracias" de su parte.

La primera media hora fue silenciosa, hasta que en lo que me quedaba dormido, dejé caer mi boleto y lo pudo leer mientras lo levantaba.

- También vas ahí, huh... -

Mentiría si dijera que no me molestó que leyera mi boleto, hasta que me mostró el suyo, marcando al mismo lugar.

- Parece que tenemos parada en la misma estación, Kim. -

- Eso parece, ¿Qué vas a hacer en una ciudad como esa de todos modos?

- Visito a mis amigos, yo era de allí.

Esas dos horas y media nos la pasamos conversando sobre la ciudad. No lo había reconocido, pero Manuel, ese era su nombre, era un compañero desde escuela primaria hasta que se cambió en tercero.

Tres años para darme cuenta.

- De todos modos, no tomo ofensa, iba a pedirte que seas mi compañero cuando me tomó Oliver por sorpresa, y luego te vi ir con - se detuvo un momento, pensando en el nombre de alguien que conocía muy bien - ¿Elio?

- Elliot. - chasqueó sus labios y asintió.

- Ese mismo, y no te despegaste de él desde ese día. -

Podía sentir un tono minúsculo de celos en su tono de voz. Habíamos hablado poco estos años y que de la nada hiciéramos reconexión me abrumaba. Pero yo era débil ante los hombres como él, con esos ojos brillantes, sonrisa encantadora y semblante seria, pero de ensueño.

- Tenemos un verano para los dos, ¿no? - la sonrisa que formó me declaró la satisfacción que mi respuesta le dio.

- Por supuesto, podemos ir a donde quieras. -

Algo en mi agradecía no tener que pasar tanto tiempo a solas. El estar en una ciudad pequeña y monótona, además de no estar todo el año, hacía aburrido el verano. Como no tenía teléfono tampoco podía contactarme con quien ya conocía, y la gente con el tiempo se olvidaba de mí.

Todos se olvidaban de mí, menos Elliot.

Fuimos juntos hasta la estación y nos llevaron al mismo lugar. No vivía demasiado lejos de mí, por suerte, y vendría a buscarme cuando quisiera salir conmigo. Al menos eso me dijo, pero mi intuición me decía que no confiara.

Dime Todo Sobre ÉlWhere stories live. Discover now