No te vayas

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Hola chicaaaas, volví. Lamento haberlas abandonado, lo que pasa es que tengo que estudiar, y no puedo escribir todos los días. Pero lo importante es que... ¡¡¡Volví!!! Bueno, bueno...

Ahora... Aquí les dejo el capítulo.

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Estoy de lo peor. Tengo gripe. Mi nariz está roja, mis ojos también... Y estoy ronca. Bueno, por lo menos puedo hablar. Después de lo de Louis y yo, venimos a mi casa, y justo cuando llegamos, es cuando empecé a estornudar.

-Bueno, puedes estar peor.-me dice Louis, que acaricia mi cabello.

-Louis, aléjate, no quiero pegarte esta gripe del infierno.-susurro, alejándolo un poco de mí. Él sólo ríe un poco, y las chicas lo imitan. Tomo un sorbo de mi té, y lo vuelvo a poner en el plato. De repente, se escucha un "ring ring". Volteo a todos lados, buscando ese sonidito, pero no encuentro de donde viene... Ahora veo que proviene del pantalón de Louis. Es su teléfono.

-¿No piensas contestar?-le pregunto.

-Ah, oh, sí, ahora mismo-dice, saca su teléfono de su bolsillo, y se aleja poco a poco, mientras habla por teléfono.

-Espero que te recuperes pronto. Y me da gusto que hayas vuelto con Louis... Pero...-empieza Vanessa.

-¿Pero que?.

-Pero...-se acerca a mí, y susurra-: No quiero que te haga lo mismo.-sonrío, y se aleja poco a poco.

-Vane, no creo que me haga lo mismo, yo ya lo perdoné, y creo que me ama de verdad.-respondo, sonriendo.

-¡No puedes hacerme esto! ¡Estoy con ella de nuevo! ¡No, no quiero irme! ¿¡Por qué me haces esto!? ¡Ya sé que no es tu decisión! ¡Papá!-gritos y sollozos se escuchan en mi habitación, obviamente provienen de Louis. Rápidamente sale, trotando, y besa mis labios.-No quiero dejarte.-susurra, en medio del beso.

-¿De qué estás hablando? Me estás confundiendo.-digo, con los ojos cristalizados, imaginándome lo que no quiero que diga.

-Angie... Me tengo que ir. Un nuevo instituto. Lamento mucho esto... No puedo creer que acabo de reconciliarme contigo... Y tengo que irme. De nuevo.

Recuerdo cuando estaba pequeña, me costaba mucho mantenerme de pie, no podía correr, y apenas podía caminar. Tenía como unos 2 o 3 años, tal vez. Sólo recuerdo que un día, como cualquiera, estaba en el patio de mi casa, jugando, mi madre estaba en la cocina, no se preocupaba porque me fuera a caer ya que no me podía levantar y caminar... Me levanté, y comencé a caminar, después a correr. Perdí el equilibrio y caí. Ese golpe me dolió en el alma.

Así me siento ahora.

Las lágrimas no me salen, me es imposible llorar, aunque lo deseo con todas mis ganas, deseo sacar todo este sentimiento que me consume rápidamente por dentro: la tristeza y la rabia.

-¿C-cómo que te vas?-pregunto, tartamudeando.

-Sí. Al parecer me quieren llevar a New York a estudiar... A mi padre no le gusta Los Ángeles... Le eh pedido que me deje aquí, y me ha complacido. Pero la decisión la ha tomado mi madre, y ella es muy estricta. No me puedo quedar más tiempo aquí.-responde, llorando.

-¿Pero por qué ahora?

-Esa es una pregunta sin respuesta, por ahora.-contesta.

-Pero no quiero dejarte ir. No, no quiero que te vayas. No te vayas. Por favor.-ruego, todavía sin poder llorar.

-Lo lamento. Y... No puedo pedirte que te consigas a otro... Porque soy demasiado egoísta como para dejarte ir con otro chico. Pero tampoco puedo pedirte que te quedes sola, sin saber cuando volveré. Tengo que estar en mi casa a las 8:00, ya que ahí se encontrará mi padre. Te amo.-dice, besando de nuevo mis labios.

Una estúpida apuestaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora