Era la segunda semana de primavera y eso solo significaba que las vacaciones estaban proximas a comenzar.
Por los pasillos de aquel instituto ya era muy común escuchar a todos hablar acerca de lo que harían en sus veinte días de vacaciones; era normal escuchar a algunos decir que irían algún viaje a casa de otros familiares, muchos empezarían con pesca y la mayoría, como Valentina, se quedaría en casa para salir ocasionalmente a algún baneario.A esa hora todos se encontraban saliendo del instituto, listos para disfrutar de la primera tarde de las tan esperadas vacaciones.
Era muy rara la persona que deseaba quedarse un minuto más en ese lugar y Valentina se encontraba entre ellos, no porque fuese alguien que deseaba adelantar tareas o reponer horas; si no porque había quedado de mirarse con su novia en la salida.Juliana, aquella chica que había llegado hace un año y medio desde Texas por haberse mudado a Vancouver junto a su madre tras el divorcio por el que habían atravesado sus padres.
Juliana, aquella chica llena de vida que la había enamorada desde que la vió sentada a mitad en el pasillo mientras cargaba su teléfono.La chica de sus sueños.
Entre todas las personas que transitaban en angosto pasillo hacia la salida, se concentro en buscar un rostro familiar; lo que resultó sumamente difícil al tener tanta gente empujándola de un lado a otro.
Estaba algo desorientada, llegando a preguntarse si ella estaría en aquel pasillo o esperando afuera en el jardín; pero antes de rendirse en su búsqueda una voz la nombró:- ¡Val! - se escuchó entre la multitud de personas.
Pudo ubicar que el sonido venía por detrás de ella, así que giró sobre sus talones para encontrar a la persona responsable; a penas lo hizo y sintió el impacto la tomo por sorpresa.
Había pasado más rápido de lo que esperaba, ya que la morena, impulsandose con las puntillas de los pies, dió un gran salto hacia la castaña, quien la sostuvo cuando sintió el cuerpo chocar contra el suyo; con una pequeña risa y esforzándose en mantener el equilibrio.
Sin vergüenza alguna, Juliana envolvió sus piernas en su cintura y posó sus manos sobre los hombros de su novia; como si se tratara de un pequeño perezoso.- Feliz día, amor - fue lo primero que salió de los labios de Valentina, mientras aferraba sus manos por debajo de los glúteos de su novia.
- ¿Puedes creer que hemos estado diez meses juntas? - pregunto en un susurro Juliana, recargando su frente contra la de la castaña.
- Es increíble...- respondió Valentina mordiendo sus labios, sintiendo el cabello de su novia chocar contra su rostro; lo que le provocaba cierto cosquilleo - Fue justo un viernes como hoy, yo llegué con un ramo de girasoles a tu casa, ¿Recuerdas?
- Son mis flores favoritas - murmuró Juliana mirando los azules ojos de su chica, quien hacia una fuerza descomunal para cargarla.
- Tú eres mi flor favorita - confesó antes de capturar sus labios con los suyos.
Estando juntas podían olvidar el mundo.
Era como si solo existieran ellas dos y no hubiese nada a su alrededor que importara.Sus manos hormigueaban cada vez que hacían contacto con su suave piel morena.
Sus piernas temblaban como si fuera la primera vez que sus labios hacían contacto.
Sus besos eran dulces y suaves, exactamente como los recordaba.
Valentina podría haberselo dicho muchas veces, pero Juliana nunca tendría suficiente idea de la felicidad que provocaba el tenerla en su vida.
Los besos con ella jamás la cansarían, era por eso que podían mantener sus bocas por horas y nunca aburrirse.La amaba.
La amaba más que a todo en este mundo.
La amaba porque era ella quien iluminaba sus días sombríos y volvía felices hasta los momentos de quiebre más difíciles.
Solo Julias era capaz de transformar cualquier llanto de Valentina en una sonrisa.Cuando sus labios se juntaban todo era amarilo.
Porque amarillos son los rayos del sol, al igual que lo era su existencia, alegría y amor; eso era lo que iluminan cada uno de los días de la castaña.
Y sus besos eran más cálidos que el calor infernal de verano.Finalmente cuando sus lenguas dejaron de moverse suavemente dentro de la boca de la otra, y sus pulmones buscaban con un leve desespero aire; ambas juntaron sus frentes una vez más, está vez Juliana bajo las piernas de la cadera de su novia para estar de pie frente a ella.
- Te amo...- murmuró la morena de ojos cafés.
- Te amo, mi hermoso girasol amarillo - confesó con ternura, llevando unos cabellos rebeldes que caían por la cara de Juliana.
Juliana era feliz estando con Valentina.
Valentina era feliz estando con Juliana.
Juliana era amarillo.
Y en ella ese color era lo mejor del mundo.Ella no era de las personas que buscaba impresionarte.
Ella se mostraba un poco fría y tal vez algo seca, común a cualquiera, pero ella era tan perfecta, tan real, tan honesta.
Juliana tenía un corazón tan grande e infinito como el mar y las estrellas; ella siempre lograba sorprender a todos con cada una de sus facetas.
Ella era tan humana, tan sensible y tan tierna.
Ella tenía una sonrisa tan perfecta como la luna llena y una mirada que enloquecía a cualquiera que se detuviera a verla.
Ella era todo lo que Valentina siempre había soñado.Juliana era la mujer de su vida.
Todo lo que ella tocara se volveria amarillo, porque compartía su felicidad.
Todo que obtuviera su atención se tornaria de amarillo, incluso por donde sus pies pisaran; todo brillaba.
Todo era felicidad, porque Juliana estaba ahí.- El amarillo me recuerda a ti, Juls - admitió la chica de cabello castaño - A tus ojos color sol.
Por eso le gustaba tanto ese color.

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Consequences [JULIANTINA]
Fanfiction"Tú eras amarillo, Juliana, porque no existía un color más vivo que ese. Eras alegría y optimismo. Eras los rayos que irradiaba el sol. Y fue mi culpa olvidar que también eras contradicción. Porque te tocaba el rojo y de repente eras naranja. Porque...