Capitulo naranja

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Pasaron los meses y aunque fueron duros, ellas intentaron seguir adelante.

La habían destrozado y ahora Juliana le tenía miedo a la gente, pero cuando Jacobo llegó junto a Guadalupe llorando y pidiendo perdón, ella lloró junto a él y se dejó abrazar.

Para Valentina no sería tan fácil olvidar todo aquello, incluso se sentía culpable por no ayudar aquel amable hombre que conoció cuando vio que había comenzado a perderse a sí mismo.

Valentina los vio avanzar entre tropiezos, pero avanzando de todos modos.
El brillo en los ojos de la morena regreso al poco tiempo, así como la sobriedad a Jacobo.
Juliana nuevamente era amarillo o bueno, lo más cercano a el.

Con el tiempo, ella nuevamente se dejaba abrazar, besar y también tocar. Las caricias de Valentina se habían vuelto inocentes cuando el cuerpo de Juliana se había convertido en un frágil cristal.

Esa tarde se encontraban en la habitación de la castaña, recostadas en la cama tras haber visto una película; estaban besandose con ansiedad como solían hacerlo todos los días.
Valentina tenía miedo de herirla de nuevo, de hacerla recordar, era por eso que se limitaba acariciarla por sobre su ropa, pero aún así tenía miedo de sus propios actos, de realizar sus deseos.

Valentina necesito mucha fuerza de voluntad para separarse de Juliana y sentarse en la cama para intentar controlar sus impulsos, a los pocos segundos Juliana la siguió desabotonando su camina mientras la miraba con confusión.
La castaña no quería hacer eso por lo que le miro suplicante, pero la morena busco su mano y la acerco a su torso desnudo pidiéndole con la mirada que la tocará.

Juliana tenía miedo y eso Valentina podía verlo en sus ojos, pero mas miedo tenía ella cuando terminó cediendo a sus deseos y recostandose sobre el cuerpo de su novia.
Se besaron con delicadeza mientras acariciaban su tersa piel como si se tratara de seda.
Juliana temblaba bajo de ella y Valentina estaba a punto de detenerse una vez más antes de que los brazos de la morena en envolvieran en su cuello.

Házlo — pidió con claridad con una seguridad que no podía expresar con su cuerpo — Quiero hacer el amor contigo...

Eso le recordó a su primera vez, ya que eso fue lo más cercano aquella vez, a sus "yo" del pasado, tan inexpertas, tan jóvenes y soñadoras.
Juliana ya no era la misma diosa del sexo que alguna vez fue, pero eso no importaba, porque aún era ella y eso era suficiente.
Los movimientos de Valentina eran delicados y poco letargicos.
Los gemidos de Juliana eran tímidos y débiles.

Había lágrimas en los ojos de la morena en el proceso, y el cuerpo de la castaña dejo de pertenecerle mientras tiritaba por el terror de estarle infundiendole miedo.
Valentina no quería que Juliana le tuviera miedo, porque incluso si todo en ese asqueroso mundo quería hacerle daño, ella nunca le haría nada para lastimarla.

Está bien — murmuró Juliana al notar el pánico de su novia, pasando sus suaves dedos por el castaño cabello de ella mientras le dedicaba una suave sonrisa — Porque eres tú, está bien.

Entro cuidadosamente en ella, apretando sus dientes para contener el impulso de actuar como un animal.
La morena suspiro con desasosiego mientras mordía su labio con fuerza, mirándo a su novia a traves de la cristalina capa de lágrimas que inundaban sus ojos.

El color del atardecer que entraba por la ventana de la castaña y bañaba sus cuerpos desnudos, haciendole saber que Juliana aún le pertenecía a ella.

El naranja si era un color para Juliana, porque podía ser tan cálido y precioso como el amarillo.

La castaña escuchó su nombre desvanecerse entre sus labios, sentía sus manos frotándose con ansiedad contá su piel; sentía como de nuevo la llenaban de amor y ella la llenaba del suyo.
La morena repitió tantas veces todo lo que sentían por la castaña que termino sin voz entre los protectores brazos que le juraban amor solo a ella por el resto de su vida.

Fue al final cuando el sol se escondió y la tarde acabo, cuando Juliana cayó dormida a lado de Valentina, que ella se dió cuenta su chica todavía era color naranja.

Juliana Valdés todavía era hermosa.

Consequences [JULIANTINA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora