Capítulo celeste

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¿No te parece increíble? — pregunto Juliana aquella mañana de verano.

A Valentina ella le parecía increíble.

Ahí estaban, a mitad del bosque, teniendo un fin de semana de camping.

Era muy temprano, incluso más de lo que acostumbraban a despertar; y aunque quizá la castaña quería reprocharle a su novia por hacerla despertar tan temprano, no podía hacerlo, le era imposible decirle algo con tan solo ver cómo Juliana tenía la mirada perdida en el cielo tan celeste.

Debido al reciente compromiso de su madre, Guadalupe, con aquel sujeto llamado Jacobo, al que todos conocían como "El chino"; fue que Juliana había podido quedarse durante toda una semana en casa de su novia, mientras la pareja de adultos tenía una luna de miel en Toronto.

Juliana estaba realmente feliz y en paz con la nueva relación que su madre acaba de empezar con aquel señor que conoció durante su turno en el hospital.
Y Valentina también estaba muy contenta de ver cómo su novia comenzaba a emocionarse con la idea de ver a su madre feliz de nuevo.
Ambas deseaban que las cosas funcionarán en el futuro.

No habia nada mejor para la castaña despertar junto a su amada.
No había nada mejor que compartir sus días con ella.
Nada se comparaba al hacerle el amor a Juliana en su cama todas las noches.

Entre las descabelladas ideas de la pareja de chicas, pasar su último fin de semana juntas en un pequeño campamento no sonaba nada mal. Así que tras planificarlo a prisas, empacar sus cosas y bocadillos suficiente, partieron a uno de las zonas boscosas de la cuidad.

Es casi tan bello como tú — respondió la castaña, pasando una mano por su cabello.

Juliana sólo se volteó hacia ella con las mejillas sonrojadas, para luego balancearse sobre Valentina para besarla.

Estaban recostadas dentro de la casa de campaña celeste.
Valentina sintiendo el cuerpo desnudo de su novia sobre el suyo, mientras que sus manos acariciaban su suave y morena respalda mientras se perdían entre besos.
Ambas estaban demasiado extasiadas y sonrojadas como para conformarse con solo besos. No importaba si estaban a mitad de la interperie en una casa de campaña, no importaba nada; ellas harían el amor cada vez que les cayera en gana.

Juliana se aferraba al cabello castaño de Valentina mientras que esta última rodeaba su cintura con sus piernas.
Sus labios bailaban una canción exótica que seguramente habían estado ensañando antes, y sus suspiros indicaban que no tardarían mucho para consumar su amor.
Cuando la morena comenzó a besar su cuello la castaña solo sintió que todo a su alrededor estaba en llamas y que estaba subiendo al mismo cielo.

Estamos apunto de hacer el amor en una casa de campaña a mitad de la nada...— logro murmurar la morena mientras dejaba besos en los pechos de su amada.

¿Fue tu plan alejarnos tanto de todos para hacer esto? — pregunto Valentina entre jadeos.

Lo que provocó una sonrisa en la morena, cuando descubrieron sus maliciosas intenciones.

Todo era tan vacío. Tan tranquilo. Tan inmenso. Tan suyo.
Nadie las escucharía ahí. Nadie las molestaría ahí.
Y ambas estaban dispuestas a llenar el silencio del bosque con gemidos, suspiros y los gritos llenos de ansiedad en los que mencionaba el nombre de Juliana.
Cualquiera hubiese pensado que ellas estaban locas por querer hacer el amor ahí, pero solo estaban enamoradas.

Valentina pudo ver el celeste del cielo reflejado en los ojos de su novia cuando esta estaba por alcanzar el clímax.
Fue ahí, mientras el cuerpo de Juliana temblaba descontroladamente bajo suyo, que se dio cuenta, el celeste iba perfecto con ellas.
Porque el celeste iba bien acompañado del amarillo.

Juliana era amarillo, mientras que Valentina era celeste.
Porque si la morena era el sol, la castaña sería el cielo al que debía iluminar.

Todo era tan celeste cómo el cielo y tan amarillo como el sol.

Y tan celeste, como su amor.

Consequences [JULIANTINA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora