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Buscaba con la vista a Keith, las noches de aquel planeta eran conocidas por ser bastante heladas y ahora mismo empezaba notar que era cierto ¿Qué hacía ahí como estúpido buscándolo? Él era un famoso guerrero conocido por ser prácticamente invencible con su espada ¿Por qué se preocupaba siquiera de él?

¡Maldito localizador! Aquel planeta con sus heladas y fuertes ventiscas hacían interferencia.

Alzó la mirada. Simplemente no podía creer que Keith se haya metido un lugar como ese.

Una posada de bastante elite, pero reconocida por ser el centro de fiestas masivas de la alta sociedad de todo ese cuadrante. Podía ver alienígenas de todas las especies, formas y tamaños salir todos mareados y alocados de aquel lugar. El bullicio lo había escuchado incluso millas atrás, pero rechazó la idea de que ahí pudiera estar Keith.

—¡Un paladín de Voltron! — escuchó gritar a alguien a sus espaldas, diablos, y él que quería pasar desadvertida. Todas las miradas se colocaron sobre el moreno, a los pocos segundos siguieron con lo suyo, lo cual intentó aprovechar para avanzar entre la multitud.

Lo veían con una enorme sonrisa, intentaban jalarlo hacía distintas partes, pero él no estaba de ánimo. Oh, mierda ¿Por qué se había metido a esta fiesta? Keith se las podía arreglar perfectamente.

—Lance. — una mano en su pecho lo detuvo captando por completo su atención; era aquella joven que en su momento le atrajo: Nyma. Lo veía con una enorme sonrisa deslizando su mano, rodeando por su cuello hasta llegar a su nuca, donde empezó a jugar con un pequeño mechón de pelo del moreno. — Que milagro verte por aquí, pensé que no acudías a fiestas como estas.

Y no lo hacía; hacía mucho que no sentía animado como para ir a una. La empujo con cuidado a un lado, ahora mismo no le importaba reflexionar sobre fiestas, debía encontrar al azabache.

—¿Estás buscando a alguien? — cuestionó la fémina con curiosidad al verlo con su mirada perdida en la multitud.

—¿Has visto a Keith? — ella en seguida sonrió divertida.

—No te preocupes por él, estaba muy bien acompañado. — Lance volteó a ver a Nyma con recriminación ¿Por qué le decía con ese tono?

—¿Dónde está? — la chica empezó a reír, no le causaba gracia. — ¡Nyma! — exigió con un poco más de fuerza. Ella sólo ladeó la mirada, que chico más aburrido.

—Bien; acompáñame. — soltó mientras se cruzaba de brazos y empezaba darse paso entre el mar de invitados, poco a poco llegaron a una zona menos concurrida en el enorme patio de la posada, donde se hallaban pequeñas campañas sólo iluminadas por focos, donde algunas sombras indiscretas daban a conocer lo que las parejas hacían ahí adentro. 

Maldito Keith, en serio que era un estúpido.

Vio a Nyma dialogar con un joven de por ahí en una lengua que no conocía, pero parecía que le estaba pidiendo indicaciones. El sujeto no tardó mucho en apuntar a una con focos apagados y que ni siquiera emitía un sonido, parecía sin uso.

Ella se encaminó hacia aquel sitio con Lance detrás suyo, mientras este caminaba preocupado y viéndola con sospecha a la vez.

—¿Por qué vamos allá? Más te vale que no hayas pedido una para las dos. — Nyma resopló enfadada. Dios, este Lance no se parecía nada al Lance sonriente que conoció años atrás.

—Deja de actuar como un imbécil y entra. — dijo una vez ya posados frente aquel lugar. Lance pasó sin dejar de verla.

Ahí en medio de la campaña hacía un montón de sabanas tendidas dónde podía hallar a un Keith completamente dormido con sólo sus pantalones puestos. Tenía frio, podía notarlo porque estaba dormido en posición fetal tratando de darse calor ¿Por qué el muy idiota no se cubría con su chaqueta?

—¿Sabes si durmió con alguien? — preguntó Lance sin entender por qué. Nyma no le hizo mucho escandalo a su pregunta.

—El encargado me dijo que entró aquí solo. — Lance soltó un extraño suspiro de alivio mientras colocaba su cuerpo por encima de su hombro. La gravedad de ese planeta lo hacía un poco más ligero de lo normal. Vio a Nyma recoger la chaqueta, playera y celular del chico. — Lo vi con un chico un rato, después desaparecieron de mi vista un rato y después el chico regresó solo.

Lance agradecía y se enojaba por escuchar eso. ¿Keith era gay? ¿Le había hecho algo ese sujeto? ¿Por qué había acudido a esa fiesta? ¿Ese idiota le había hecho algo? ¿Por qué estaba sin playera? ¿¡Ese imbécil se había atrevido a tocarlo!?

Caminaron hacía donde había dejado su nave en silencio, Nyma lo acompañó sosteniendo sus cosas todo el momento, al igual que él, sin emitir palabras. Depositó al chico en uno de los asientos mientras ella dejaba las cosas en un compartimento. Ambos soltaron un suspiro viendo a Keith dormir ahí. Nyma sonrió.

—No sabía que tenían algo. Deberías cuidar mejor a tu chico. — Lance la regresó a ver pasmado por su comentario ¿Qué mierdas tenía esa mujer en su cabeza?

—Él es mi amigo solamente. — Nyma lo miró con una sonrisa pícara. Era el mismo Lance ingenuo y confundido de ese entonces.

—Sí, como sea. — empezó a emprender su camino hacia la posada nuevamente. — Salúdamelo cuando despierte. — ya le había dado la espalda.

—¡Nyma! — gritó para llamar su atención antes de que se alejara más. La chica volteó. — Gracias. — sonrió una vez más e hizo un gesto con la cabeza en señal de respuesta para volver a lo suyo.

[...]

Lance había conducido de regreso por todas esas horas, cuando llegó supo que el sol no tardaría mucho en salir. No había dormido nada y se sentía realmente cansado, así que mejor llevaría la nave a Coran después de haber tomado una siesta.

La aparcó cerca de su casa y volvió a colocar a Keith sobre su hombro.

Se encaminó hacia la habitación de invitados y ahí, dejo recaer al chico sobre la cama. Una de las lunas reflejó de inmediato su luz en él, ya que está se filtraba por la ventana. Lance tragó saliva, hasta ahorita se había percatado que los años no habían pasado mucho por él; aún seguía teniendo esa piel cremosa salpicada de un par de lunares, con su toroso de complexión no muy tosco y un cabello tan oscuro como el mismo infinito haciéndole un perfecto contraste. Lucía joven, lucía muy él.

Se tocó las mejillas al sentirlas ardiendo al darse cuenta que se le había secado la garganta de quedarse viendo tan fijamente los labios del Kogane.

Estúpido chico.

No pudo evitar recordar su adolescencia donde a penas aprendía a ser un paladín, todas esas veces que disfrutaba provocara Keith para tenerlo cara a cara y poder contemplarlo mejor. Tenía que admitirlo, gozaba de sentir esa adrenalina, de ver como sus energías conflictuaban siempre; pero a la vez era un tonto, siempre supo que había un sentimiento latente entre los dos que, por inseguridad y temor, siempre prefirió no nombrar ni revelárselo a nadie.

Se acaricio el brazo incomodo al sentir una pulsada que lo invitaba a recostarse a lado del chico. No, no, no. Keiiyh era... un chico, uno muy lindo y cálido con él, con una sonrisa que lo derretía como helado en verano, que hacía que su corazón latiera de su pecho, con el que siempre se sentía feliz, libre, simplemente él.

Oh, dios, como lo odiaba.

Se fue a su habitación antes de que siguiera pensado a todas estas estupideces que lo llevaran a dormir en la misma cama de él.



2:00 a.m. // Klance Donde viven las historias. Descúbrelo ahora