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Casa de Lance, Altea

[11:06 a.m.]

Se sentía extraño, inquieto. No estaba cómodo con la idea de que hubiera una guerra en la que no estaba combatiendo, pero Kolivan había hablado con él y en algo tenía razón, no podía actuar con la menor provocación. Si quería volver a la guerra tenía que tener la cabeza fría, confiar más en su gente; no debía dejar que sus contrincantes lo vieran perder la razón, debía parecer intocable.

—¿Te dije que mañana llega Pidge?— mencionó su novio mientras le acercaba un bol lleno de una especie de frutos frescos alteanos.

Lance y él habían tenido aquella charla que él le había suplicado, desde entonces el moreno lucía más calmado; y aunque él podría decir que también lo estaba, al menos relativamente a como estaba antes, simplemente no podía poner su cabeza en blanco.

No podría estar completamente tranquilo hasta que su madre estuviera a salvo.

—Hace tiempo que no la he visto.— dijo con una pequeña sonrisa recordando en los tiempos que luchaba lado a lado con la pequeña Holt.— ¿A que se debe su visita?

—Coran ha organizado otra de sus cenas; creo que Shiro no podrá venir pero el resto del equipo sí lo hará.— Keith apretó sus labios, en estos instantes le hubiera gustado mucho verlo, escuchar alguno de sus consejos aunque no lo fuera a seguir después.—Hey, bonito ¿en qué estás pensando?

Quería recuperar a su madre, quería recuperarla ya. Acabar con Zethrid y todo su ejército ya, encontrar por fin después de toda la guerra que vivió un momento de paz. Keith se acercó a Lance y le depositó un beso en sus labios, breve pero lento a la vez, tierno y suave.

—Nada importante, Lance, te lo prometo.— respondió con un gesto dulce. Lance contestó a su sonrisa de igual manera y lo vio alejarse.

Después de eso Lance soltó un suspiro. En serio que veía el esfuerzo del azabache por actuar normal, por lucir mejor y no estar desesperado todo el tiempo; pero Keith era un constante y frustrante enigma que le dejaba un nudo en la garganta.

Sólo quería que fuera sincero con él, eso era todo.

Esperaba ver pronto a Hunk, quizás platicar con él lo haría entrar en razón.

Decidió encaminarse a la habitación donde estaba Keith para abrazarlo y hallar paz en sus brazos, fingir que no existen problemas siquiera por un instante, pero al instante de que abrió la puerta alcanzó a ver de reojo al azabache sacando ropa de su cajonera metiéndola a una mochila. Lance sintió una pedrada a su corazón, un inmenso temor de que él se fuera y lo abandonara.

¿Por qué ni siquiera le avisaba para irse con él?

¡A la mierda Keith!

Estaba cansado de luchar por mantener las cosas en calma a pesar de la tempestad. Intentaba entender lo que estaba pasando, tenía a su madre secuestrada después de todo; pero le frustraba tanto que sólo se lanzara a la muerte, que siguiera sin madurar.

Ni siquiera abrió más la puerta. Mejor la cerró y fue a ver televisión, que hiciera cualquier estupidez que se le apeteciera.



La cabeza de Keith volvía a ser caos una vez más. Lance había salido hace horas de la casa sin notificarle y aún no había vuelto. Lo esperaba en la cama pero aún no había llegado y el inmenso temor que él también fuese secuestrado recorría su espalda como un helado sentimiento.

Se paró de la cama dispuesto a salir a buscarlo, pero en cuanto llegó a la sala vio que el moreno estaba durmiendo en el sofá con una delgada manta para la helada noche que estaba haciendo hoy.

2:00 a.m. // Klance Donde viven las historias. Descúbrelo ahora