ETAPA CUATRO : ACEPTACIÓN

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Jaehyun observaba las calles secas y los árboles pintados con pequeñas manchas verdosas que emergían de entre sus ramas, señalando que poco faltaba para que comenzaran a crecer las nuevas hojas en ellos. Indicando que la primavera estaba a un paso de llegar y que con ella también lo haría el clima cálido, los días soleados y el cielo despejado.

—Aquí tienes —dijo Yuta, quien le extendía una humeante taza.

La recibió con una pequeña sonrisa que no mostraba sus hoyuelos y se dejó llenar por el atrayente olor a café recién preparado.

—Gracias.

Había pasado un mes quizá desde que el cielo se deshacía en lágrimas al igual que él, desde que creyó que su vida se caía a pedazos y que no habría forma de reconstruirla porque ya la había arruinado por completo.

Yuta lo contemplaba en silencio mientras bebía de su café, como si esperara algún comentario con respecto a él, sin embargo, Jaehyun se mantuvo sin decir nada y evitando su mirada. No se sentía cómodo hablándole de temas triviales, estaba algo avergonzado porque hasta un par de semanas atrás Yuta aún debía prestarle su hombro para llorar la pérdida de su novio. 

¿Que si seguía deprimido? Tal vez un poco, la muerte de alguien importante jamás se olvida, tampoco se supera, solo se aprende a vivir con ella. Te las arreglas para que deje de impedirte seguir con tu día a día, pero no lo dejas pasar y ya. No obstante, tristeza ya no era lo que manejaba la vida de Jaehyun, había aceptado que Youngho se había marchado para no volver y que todo pasaba por algo. Simplemente nunca estuvieron destinados a estar toda su vida juntos; si no ocurría así, ocurriría de alguna otra forma. 

—¿Conoces el Ágape, Jaehyun? —preguntó Yuta terminando con el silencio en el que estaban sumergidos. 

El chico volteó a mirarlo con la taza ocultando sus labios, pero se mantuvo callado esperando a que Yuta continuase hablando sin la necesidad de oír una respuesta de su parte.

—Es una de las manifestaciones del amor en filosofía —contestó a sí mismo. Ahora era él quien no miraba a Jaehyun, tenía la vista fija en lo que se veía a través de la ventana, como muchas veces había estado el contrario luciendo perdido en sus pensamientos desde que Youngho murió—. A diferencia de los demás, el ágape no está ligado al deseo ni nada de eso. 

Mientras que Jaehyun no le quitaba los ojos de encima a Yuta, éste seguía hablando con calma, fluidez y seguridad a la vez que apreciaba las primeras pinceladas de la primavera en la ciudad. 

—El ágape, Jaehyun, no exige reciprocidad —dijo, y volteó a verlo con sus ojos desprendiendo un brillo que Jaehyun no fue capaz de interpretar—. No espera nada a cambio, y sus acciones no están determinadas por el hecho de ser amado de regreso. Es amor sin condiciones. Lo sabes, ¿verdad?

Jaehyun asintió y apartó la mirada, dando el último sorbo a su taza con café antes de vaciarla. 

Yuta sonrió desganado con sus ojos húmedos y lo miró con el mismo anhelo de siempre. Pero suspiró resignado y, con todo el valor que pudo, se dispuso a acabar su discurso. 

—¿Crees que tu amor por Youngho era de ese tipo? —preguntó esforzándose para que su voz no se quebrara—. ¿Tú lo amabas de esa forma, Jaehyun? ¿Lo amabas de la forma en la que yo te amo a ti?

Jaehyun no respondió, tampoco volteó a verlo y una lágrima solitaria bajó por la mejilla del mayor.

—¿Seguirás amándolo aun cuando él no pueda demostrar si es que todavía te ama también?

—Yuta yo... —musitó volteando para mirarlo a los ojos, pero cuando notó que Yuta, quien había estado consolándolo por tanto tiempo, lloraba, su corazón se estrujó y tuvo que apartar la mirada para no sentirse más miserable—, no lo sé —respondió al fin, y pudo ver de reojo como las piernas del mayor temblaron al punto de casi hacerlo caer, pero Yuta se mantuvo firme y de pie—. Me has ayudado mucho desde que él se fue; siempre has estado para mí, incluso antes de conocer a Youngho... Atesoraré todo lo que me dejó, pero sé que él ya no está aquí y debo acostumbrarme. Sin embargo, si no fuera por ti no lo hubiese notado; seguiría ahogándome en lágrimas de auto-compasión en lugar de intentar avanzar.

Yuta se acercó, obligando a que lo mirara directamente. Jaehyun no pudo apartarse esta vez, debía responder a lo que Yuta le preguntaba a través de su mirada, dejar salir lo que temía decir.

—Sin embargo...

—No hay pero que valga —susurró Yuta.

—Sin embargo —insistió Jaehyun tomándolo de la mano—, aunque haya aceptado su... muerte, Yuta, yo no lo puedo reemplazar tan rápido. 

El menor no sabía cómo explicarse sin sonar frívolo, pero todo era una cuestión de respeto. Youngho no era un juguete extraviado que podía cambiar por otro de la tienda; fue su novio, y no podía darle la razón a la familia de éste haciendo como que lo superó de un día para otro (aunque ya casi fuesen meses). Quería darle una oportunidad a Yuta, porque Jaehyun también lo amaba desde siempre, pero antes tuvo miedo de sus sentimientos, y se dejó llevar por la pequeña atracción que revolvió su estómago cuando conoció a Youngho para olvidar a Yuta. 

Con el tiempo se había enamorado de Youngho, por supuesto, pero no con la misma intensidad que lo había hecho alguna vez de Yuta. No podía tapar el sol con un dedo: Youngho era el dedo y Yuta el sol. El sol nunca iba a desaparecer. 

Yuta dejó caer su mano, rompiendo el débil agarre que Jaehyun tenía en ella.

—Sé que me has esperado por mucho tiempo, Yuta —dijo con la voz rota—, y sé que me he aprovechado de eso. Pero déjame pedirte una cosa, una última cosa... Espérame un poco más. 

Mas a veces, por las noches, el sol se ocultaba dando paso a la luna, privándolo de su calidez y dejándolo con las dudas. Estudios científicos decían que el sol sí desaparecería, tardaría miles de millones de años en hacerlo, pero lo haría.  

—He esperado demasiado, Jaehyun.

DAYS GONE BY 日々 YUJAEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora