ETAPA CERO : QUIEBRE

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—¿Yuta? —musitó aferrándose al teléfono en su mano derecha cuando el último timbre sonó antes de que contestaran del otro lado de la línea—. Sí, soy yo, Jaehyun... Mi novio acaba de morir. 

Nada se escuchó a través del aparato luego de que Jaehyun emitiera aquella respuesta. Pensó en verificar si la llamada se había cortado, pero la respiración que continuaba oyéndose ligeramente por parte de Yuta evitó que lo hiciera y en su lugar esperó en silencio por alguna reacción de parte del contrario. 

Jaehyun suspiró aliviado cuando al fin Yuta dijo algo y se sintió un poco más calmado por que no hubiese decidido acabar con la llamada. 

—Sí, yo... Estoy bien —habló paseándose de un lado a otro por su habitación sin soltar el celular ni dejar de moverse—. No, no tienes que venir... No, Yuta, no haré nada estúpido... Ajá, sí, lo juro. Estoy... estoy bien, de verdad. —Jaehyun suspiró hastiado apretando los ojos y quedándose quieto en medio del cuarto, escuchando lo que Yuta tenía para decirle y aguantando un suave sermón que sabía que necesitaba—. Claro, perdón, puedes venir. Tienes razón... No quiero estar solo. 

Y la llamada se cortó. 

Solo entonces volvió a llorar como minutos antes de llamar a Yuta, cuando había logrado calmarse y dejar de hipar para poder contarle lo que había sucedido. No es como si quisiese hablar del tema, pero sabía que no podría sostenerse por sí mismo tras una noticia así. Su novio, con quien había imaginado compartir su vida por mucho tiempo más, acababa de serle arrebatado sin que siquiera pudiese haber intentado pelear por él. 

La llamada de la policía había llegado horas antes y él simplemente no había reaccionado. 

Cuando lograron sacar el cuerpo de Youngho de dentro del auto que había volcado a un costado de la carretera tras intentar esquivar a un vehículo imprudente que cambió de pista repentinamente en una curva sin señalizar, como le dijo la policía por teléfono, contactaron a Jaehyun por ser la última llamada que Youngho tenía registrada en su celular. Sin embargo, y a pesar de haber recibido respuesta a todas sus preguntas, insistieron por ser comunicados con un familiar directo y no con quien decía ser su novio para acudir a donde el cadáver de Youngho sería trasladado. 

Y luego cortaron sin más, importándoles poco si la persona detrás del teléfono, Jaehyun, estaba devastada por la noticia que con tanta frialdad le había sido entregada. 

Desde entonces se había encerrado a llorar en su habitación porque, mierda, acababa de perder a su novio. No volvería a verlo, ni siquiera dentro de un ataúd porque los Seo, padres de Youngho, jamás estuvieron de acuerdo con su relación y les desagradaba por completo Jaehyun, por lo que no lo dejarían acercarse e incluso serían capaces de culparlo a él por la muerte de su hijo; y cómo no, si al lugar adonde Youngho se dirigía era el pequeño departamento que compartían en el arrabal de la ciudad, alejados de los prejuicios y conflictos familiares, pero también de sus respectivos trabajos y debiendo recorrer largos caminos por horas para poder llegar a casa a descansar y, en consecuencia, debiendo atravesar las carreteras estrechas y resbaladizas a costa del clima invernal que cubría al país. 

Quizá si era su culpa, pero no estaría ahí para que alguien se lo refregara en la cara. Sabía que Yuta jamás lo haría, por eso lo llamo. 

Y también porque sabía que Yuta correría a él sin importar qué. 

DAYS GONE BY 日々 YUJAEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora