Capítulo dos- "Necesidad de liberación"

45 2 0
                                    

-¿Qué le pasará a esta chiquilla mía? -va pensando Pablo por la calle.
De pronto, se encuentra con alguien que no puede recordar dónde lo ha visto con anterioridad.
Ese alguien, cuya cara le suena mucho. Pero no es capaz de hacer memoria.
Y así, sumido en sus pensamientos, en el qué le pasará a su amiga y en el acordarse de esa persona, el licenciado en filología hispánica va paseando por las calles de esa triste ciudad; calles, que, con la caída de las hojas otoñales, se van vistiendo poco a poco de marrón.
-Ya va refrescando. Dios, qué frío... -dice poniéndose el abrigo que lleva en la mano.
El muchacho vuelve a su piso, que es el de Emma también, debido a que desde su primer año de universidad han estado conviviendo juntos. Años que no cambiarían por nada del mundo.
-Amor... ¿cómo estás? -le pregunta ella desde la cocina al escuchar el sonido de la puerta.
-Bien, bien... Me ha venido muy bien salir un poquito, necesitaba despejarme... -dice soltando el abrigo.
-Me alegro. Yo me he preparado algo para desayunar. Ya me estaba entrando hambre. -
-Pfff, a mí también. El haber caminado tanto... -contesta yendo hacia la cocina.
-¿Estás mejor entonces? -se acerca hacia él para darle un abrazo, de esos que dan toda la energía del mundo.
-Sí, de verdad te lo digo. -
-Lo siento mucho. Seguro que durante todo el camino has ido pensando en lo que me puede pasar. -vuelve a la mesa a comer su tostada.
-No te preocupes. Yo seguro que si fuese mujer, me pondría mucho peor que tú al estar con la regla jajajaja, con lo quejica que soy... -
-Ya... bueno... -
-No te preocupes, de verdad. -
-Anda, vamos a tumbarnos un rato. -Pablo se sienta en aquel sofá tan antiguo como la cama de Emma.
-Voy a terminar de comer. Oye, ¿no te apetece nada? -
-La verdad es que sí. Ayyy, tú que eres buena, ¿me traes algo? Por fii. Que me da pereza levantarme ahora que me acabo de sentar... - comenta haciendo "un puchero".
-Vale... pero a la noche me haces tú la cena. - contesta ella con un suspiro.
-Por supuesto. ¡¡Ni lo dudes, amor!! -le responde tumbándose y encendiendo la televisión.
-¡¡¡Ayyyyy, si es que eres la mejor!!! -se levanta para darle un beso.
-¿En serio? ¿Y para esto sí tienes ganas de levantarte, no? - dice mosqueada, pero de broma.
-¿Para darte un besito? Always!!!
- pronuncia esa palabra que tantos buenos recuerdos les trae a ambos.
-After all this time? -pregunta ella mientras se deja abrazar por él.
-Always!!!
-Venga, anda. Que hoy estás muy cariñoso. -
-¿Yo? ¡Qué va! -dice dándole otro beso.
Ella, que ya estaba invadida desde hacía tiempo por el amor hacia él, no tiene más remedio que dejarse llevar por la petición de su amigo.
-Oye, ¿qué te pasaba antes? -le pregunta ya tumbado en el sofá. -No lo sé ni yo, puede que esté hecha un puto lío.
-Yo lo único que deseo en este mundo es que "no te rompas". Que no te rompas y que te sientas libre.
¿Lo sabes, verdad? -
-Lo sé, lo sé... -contesta con un suspiro.
-Decirlo es fácil... pero... hacerlo...-
-... Es solo que... me siento un poco perdida, nada más. -
-Oye, ¿qué te apetece? -le pregunta con el fin de cambiar de tema, a la vez que se quita la lágrima que acaba de aparecer en su rostro, una lágrima presa del recuerdo, una lágrima cautiva de la propia ansiedad que envuelve a su persona.
-Es que no sé si habrá aceite, porque creo que quedaba poco. -le contesta haciendo zapping en la televisión.
-Em... ¿por qué has dicho antes: "decirlo es fácil, pero hacerlo no"? -no puede más. No comprende el motivo que ha llevado a su amiga a no contarle desde hace un tiempo nada de lo que le ocurre.
-Porque es la verdad. Es muy sencillo decir a alguien que sea feliz, que se sienta libre en su interior, que se acepte tal y como es, que se quiera... decirlo es fácil, pero llevarlo a la práctica... es algo totalmente diferente.
-Y... contestando a tu pregunta... sí hay aceite. ¿Te hago un bocadillo con aceite y jamón? Que sé que te encanta. ¡¡Cuatro años conviviendo juntos hacen mucho!! -lo mira con ternura, mientras a su amigo se le abre la boca de sueño.
-Jajajjajaj, ay cari, ¡cómo me conoces! -
-Ea, pues yo me voy a hacer otra tostada con los filetes que nos sobraron anoche. Si quieres... -
-Mmmm, pues ¡¡vale!! ¿Pero hay para los dos? Tampoco quiero que te vayas a quedar sin nada. -
-No, no te preocupes. Hay de sobra... Además, ya me he comido una antes... -le responde.
-Ah, sí. Es verdad. Te he visto al entrar. -
Ya están desayunando, pero a él no se le ha olvidado la respuesta que antes le ha dado.
Una respuesta que le ha dado qué pensar.
-¿Por qué has dicho que no te sientes libre? ¿A qué te refieres? -
-Pablo... por favor... no me hagas esto... No quiero volver a vivir todo... -otra lágrima cae.
Otra lágrima.
-¿Te acuerdas el día en el que nos conocimos? -le pregunta con los ojos aguados.
-¿Por qué estás llorando? ¿Qué te pasa?
-Nada que no me haya pasado ya antes. -se levanta rápidamente del sofá para irse a llorar al baño. Su amigo no entiende nada. Quiere saber por qué se encuentra tan mal, pero no tiene ni idea. Desearía saber más acerca de las mujeres y de su complejidad.
Complejidad que, de vez en cuando, no les hace ni entenderse siquiera a ellas mismas.
Pero es que esa necesidad de liberación le está pasando factura.

~CUANDO ME ENCUENTRE~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora