Cigarrillo

24 2 0
                                    

Queda una botella, una cajetilla de cigarros y el temor de no saber quien tocará la puerta esta vez.

:::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::

Joaquín estaba echado en la cama desde que vio que la casa y verificó que todo estaba lleno de muebles, con luz puesta, gas y agua en perfecto estado. Sentía cada vez su cuerpo más ligero en cada calda de aire que daba. Se estaba quedando dormido lentamente pensando en que igual podría dejar que ese momento su cuerpo así, tranquilo.
La tranquilidad era lo menos que habitaba en su vida durante un tiempo atrás. Ahora no sabía que vendría, tal vez ahora habría un poco más de tranquilidad.

Un toque en la puerta hizo que se levantará rápidamente con ayuda de sus codos. Sabía de quién se trataba así que no tuvo la necesidad de ponerse un pantalón encima de sus bóxers.

-¿Puedo pasar?-preguntó su hermana desde el marco de la puerta.

-Claro, ¿qué pasa?
En un movimiento rápido estaba sentado en la cama, en el espacio que se había generado dejó que su hermana se sentara con toda la confianza.

-¿Estás bien?

-Sí, todo perfecto.

Ella encaró su ceja y lo vio con una sonrisa pesada en sus labios, sabía que quería decir con esa mirada, sabía que no era correcto mentirle pero lo veía como alagar el momento. Como si fuera a ser menos doloroso en otro momento decirle la verdad.

-Miénteme, pero no te mientas a ti ni al chico guapo que pregunta por ti en la puerta.

Ahora los dos reíamos mientras ella me ofrecía su mano para levantarnos. Sus risas eran casi idénticas, no por nada eran mellizos.

Ella no era igual que él, sus ojos eran verdes esmeralda cubiertas por unas hermosas pestañas castañas casi pelirrojas, su cabello era pelirrojo y tenía una coleta colgando de sus hombro. Para él parecía una pequeña princesa que tenía la necesidad de cuidar casi a diario.

-Ve con él.

:::::::::::::::::::::::::::::

Emilio había visto como la cajetilla había caído del bolsillo trasero del chico al regresar su mirada de curiosidad hacia él, se la devolvería cuando viera cuando viera en que departamento vivía, y para su sorpresa vivía enfrente del suyo. Su pecho vibró cuando supo esa noticia pero algo más le llamó la atención, la cajetilla sólo tenía 15 cigarros y dos de ellos estaban aplastados.

Él también fumaba, entonces, ¿ él también estaría roto?

Era una idea demasiado precipitada para tomar en cuenta. Era algo que él había tomado por ser así, fue un impulso de su realidad, no era algo que fuera real para la otra persona pero también estaba la oportunidad de que lo fuera.

Si hacía cálculos la cajetilla había sido adquirida no hace mucho, por lo que llevaba algo de tiempo en la cuidad, o eso quería pensar. No tenía ninguna otra referencia de él pero confiaba en sus cálculos o en su superstición.

Sin darse cuenta había llegado a su carro pero no quería salir ya, no le convencía ir por cigarros si él tenía todavía en su cuarto, no le encontraba el porque. Así que sólo subió a la azotea para practicar sus tiros y distraerse por unos minutos.

Tenía demasiado tiempo que no practicaba los tiros, ni en el descanso.

Había perdido toda su puntería en su falta de practica. Pero eso no era lo más importante, la razón lo era, estar roto.

Algo hizo que volviera a fallar, una voz que gritó desde la entrada a la azotea.

-¡Niño lindo!, ¿puedes venir?.

Take me to churchDonde viven las historias. Descúbrelo ahora