V. Malibú

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Natasha le miraba con cierta diversión, resultándole gracioso la forma en la que Pepper regañaba a su mejor amigo por "irresponsable". La alfa de cabello rojo intenso y unos brillantes ojos verdes estaba de visita, aprovechando que su omega, Bruce, estaba en casa de sus padres.

—No puedes simplemente irte cuando se está moviendo todo a California— la voz cansada y enojada de Pepper. Tony estaba sentado en el sofá viendo con aburrimiento a la beta pelirroja.

—Voy a ir a Malibú Peps— dijo el omega—, está a unos minutos, cualquier cosa avísame y voy.

—Por cierto, ¿a qué hora salen?— preguntó la alfa con malicia, Pepper regresó su mirada a Romanoff algo desconcertada.
Tony le vio con molestia antes de revisar su reloj con despreocupación.

—A medio día.

—¡Tony!

—¿No deberías estar allá, entonces?— preguntó Nat, sonriendo.

—¿Y así llevaste a los niños con el señor Stark? Se te está haciendo tarde, el hangar está a hora y media de aquí— dijo en tono de regaño, Pepper. El omega se encogió de hombros despreocupado.

—Peps, ¿Se qué me sirve tener mi propio avión si no me van a esperar?

—No puedo negar que el hobbit tiene razón— rió Natasha bajo la mala mirada de Tony por el apodo.

—¿Y si Carol pregunta por ti, qué le voy a decir?— preguntó Pepper más relajada.

—Ella sabe de mi situación— respondió Tony con despreocupación—, se encontró con Steve el otro día con los niños y le pareció divertido todo este circo, dice que es como una telenovela de bajo presupuesto.

—¿Steve la conoció?

—Wow— dijo la pelirroja sorprendida—, ¿Por qué no me habías dicho nada? Yo realmente creí que ibas en serio con Danvers.

—Con Tony nunca se sabe— refutó la beta—, hace unos días los niños me dijeron que Carol estaba por ser la novia de Tony, pero ahora dice que finge ser esposo de Steve por... la verdad no me acuerdo.

—Lo mío con Carol es estrictamente profesional, una vez que termine el diseño de los aviones se irá a Noruega a ver a su novia o algo así le entendí— explicó el omega—. Además, ninguna persona es digna de mí, todos son simples mortales.

—¡Tony!

Los tres se soltaron a reír con ganas, siguiendo con su plática.







Llegaron al hangar privado de Stark a las tres y media. Steve esperaba con los brazos cruzados en clara señal de molestia por su evidente retraso; Sharon por su parte, estaba sentada en el suelo leyendo una revista juvenil al fondo del hangar.

Happy se dispuso a bajar las maletas de la cajuela del coche para que los empleados las subieran a la aeronave y los niños corrieron al jet emocionados sin preocuparse en saludar a nadie.

—Llevamos aquí más de tres horas Tony— reprochó el alfa rubio en voz baja.

—No empieces— advirtió Tony quitándose sus gafas rojas—. Ya estoy aquí.

Tony reparó en que había varias maletas junto a Sharon, maletas que comenzaron a subir al avión.

—¿Se llevan toda su casa o qué?

—No Tony, verás...

—El baño está de lujo— una voz masculina interrumpió a Steve, que miró apenado a su mejor amigo al ver que el rostro de Tony se deformaba en una mueca de disgusto y sorpresa.

Un esposo de mentiraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora