Por primera vez supe lo que se sentía estar en algún lugar sobre el arcoíris

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ALLEN

A la edad de siete años, mientras jugaba con Aaron cerca de la piscina de nuestros vecinos los Richardson, caí al agua tras haber perdido el equilibrio.

Era un día caluroso de verano, nos habían invitado a una comida de vecinos. Mis padres se encontraban en el interior charlando con todos sus conocidos, mucho antes de que el comportamiento de mi padre fuera hostil con mi madre.

La mayoría de quienes nos conocían solían decir que la relación de mis padres era envidiable, que el amor se le escapaba a través de los ojos a mi padre y que mi madre se veía completamente radiante cuando se encontraba junto a él.

El amor muchas veces puede morir.

Recuerdo haber visto la sonrisa de mamá, sus ojos brillar y sus movimientos suaves como un cuerpo celeste atraído por un astro a través de una fuerza gravitatoria más fuerte. De su expresión de dicha cuando mi padre la besaba en la mejilla mientras ella cerraba los ojos y disfrutaba de la suave caricia de su marido.

Esa tarde yo había terminado con la tranquilidad de mi familia.

Aaron, aunque era mucho mayor que yo disfrutaba molestarme, y no lo culpo. Yo era demasiado llorón y huraño. No recuerdo la razón por la cual había terminado persiguiéndolo molesto mientras él reía, probablemente una tontería de niños.

Lo único que no se borra de mi cabeza fue el momento en que por culpa de un poco de agua alrededor de la piscina resbalé y caí ante la mirada de mi hermano.

Las risas se perdieron entre gritos llenos de angustia.

Jamás había sentido una desesperación como la que sentí en ese momento. No era un experto nadador, y estaba demasiado asustado para poder reaccionar.

Por instinto dejé de respirar, no tardé en sentir como mi cuerpo descendía, podía ver los rayos del sol que se filtraban por la superficie del agua como destellos de mi vida sucumbiendo, mis movimientos eran torpes y muy poco atinados. El oxígeno escapó por mi boca.

Esa tarde realmente pensé que moriría.

Pero de alguna manera alguien me trajo de regreso a la superficie dándome una segunda oportunidad de respirar.

Mamá lloraba, implorando que regresara. Aaron se sentía culpable y me pedía perdón, prometía ser un mejor hermano mayor.

Y mi padre... Él simplemente se quedó en silencio. Observando como él agua brotaba de mi boca, mis ojos estaba puestos en él, en su rostro circunflejo.

Tal vez desde ese día me hubiera dado cuenta de lo poco que le importaba, quizá debí de haberme hecho a la idea, así la decepción no sería tan grande como lo fue aquella noche en que lo descubrí con su amante.

En ese momento caí en cuenta de que me sentía de la misma manera en que me sentí aquella tarde de verano.

La presión de la profundidad en mis oídos.

La falta de oxígeno.

La desesperación recorriendo mi cuerpo, mis extremidades adormiladas.

Me estaba hundiendo.

-Anthore -escuché lejano como el ruido a través de un túnel, igual que el sonido perdido entre las moléculas de agua que modifican la vibracion de las ondas sonoras.

El llamado me sacó de mis pensamientos obligándome a regresar a la realidad, mis pupilas vacilaron y mis parpados aletearon un par de veces para poner mi atención al lugar en el que me encontraba como si hubiera desaparecido por completo durante un buen tiempo.

Amor Silencioso |COMPLETA|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora