Uno más 《kookmin》

O C H O

Habían pasado ya tres días desde que las "pruebas" que Park Jimin y su mejor amigo Jeon Jungkook se encontraban en una relación, y no les había ido nada mal, la pareja gano bastantes seguidores en tan poco tiempo y ya eran varias chicas las que compraban fotos exclusivas, ya fueran de ellos tomados de las manos o algo un poco mas común.

Para Jimin había sido una torturara, pero no por el hecho de que lo estuvieran emparejando con Jungkook, sino porque se debatía mentalmente sobre lo que verdaderamente sentía por su amigo.

Con la pregunta de aquella chica, que al poco tiempo se entero que se llamaba Sunhee, se había percatado que había desarrollado una necesidad de mirar a Jungkook constantemente y solamente para ver su sonrisa, porque también se dio cuenta que esa simple acción de parte del castaño lo hacia muy feliz, tan feliz que lo recompensaba dándole besos aunque él no los pidiera.

También se dio cuenta, con un poco de ayuda de Hoseok y Yoongi, que cuando vio ese beso marcado en el cuello de Jungkook, sintió celos de Jiyeon, porque el quería ser el único al que Jeon le pidiera besos, quería ser el único que besara su piel y se enfadaba mucho si pensaba en otra chica haciéndolo.

Hasta se preocupaba más del bienestar de él que el suyo propio. Sabia que si algo llegaba a sucederle a Jungkook él se moría, no podía imaginar al más alto dañado de cualquier forma posible porque el corazón empezaba a hacérsele trizas de a poco.

Jimin se estaba volviendo loco, debatiéndose entre corresponder los sentimientos de Jungkook o seguir con la rutina de los mejores amigos.

Llevaba ya veinte minutos mirando su comida, con los labios apretados, las manos hechas un puño y los ojos cristalizados.

—¿Jimin? —a su lado llegó Hoseok, mirándolo preocupado lo agarró por los hombros y vio las lágrimas en sus mejillas—. Tr-Tranquilo, Jimin —apoyo al chico contra su pecho mientras le acariciaba la espalda, oyendo los sollozos que soltaba—. Estoy aquí, amigo.

((🌹 🌹 🌹))

—¿Ya estas mejor? —sorbiendo su nariz asintió con algo de timidez, recibió el pañuelo que el contrario le ofrecía y limpio las lágrimas que aun descendían por sus pequeños ojos.

Jimin se miró al espejo del baño con pena, se sentía un idiota por haber llorado debido a algo tan tonto, habían cosas más importantes por las que llorar, pero él lo hacia porque no sabia si gustaba o no de una persona. Ridículo.

—La-Las cosas mejoraran, Jimin—el de camisa verde dio unas palabras de aliento antes de salir del baño para ir con su novio.

Suspirando abrió la llave del lavamanos y sintió lo helada que estaba el agua cuando metió las manos bajo el chorro, lavó su rostro por bastante rato hasta que sus ojos se deshincharon un poco y el color rojo se apaciguó más.

—Al fin te encuentro —esa voz la pudo reconocer al instante, era aquel muchacho que lo tenía jugando a la ruleta rusa, el disparo correcto daría de lleno contra su frágil corazón y lo dejaría como el vencedor del juego—. ¿Que ocurre, Minie? —preocupado se acercó para mirarlo.

Jimin mordio su labio, agitado tomo al chico de la chaqueta negra y bruscamente unió ambas bocas, devorando así los labios agrietados del castaño , percibiendo el sabor a jugo de naranja que probablemente el chico se había bebido en el almuerzo, sintiendo su estomago revolverse y un insistente cosquilleo se alojó en su boca.

Se separo de improvisto, jadeando, viendo como el otro lo miraba asombrado, ninguno se esperaba aquello.

—Oh hamburguesas —murmuró soltando al contrario—. Lo si-siento tanto... —tapó con su mano su boca y pasó junto al otro dispuesto a marcharse de allí.

—¡Espera! —exclamó Jungkook frustrando su escape—. Jimin... —tragó saliva el mayor—. Uno más, por favor, uno más —acariciando la mejilla contraria se acercó lentamente hacia los suaves labios del rubio.

—Jung-Jungkook —tartamudeo. Siendo incapaz de decirle no, acortó la distancia entre ambos y enredó sus labios con los de su mejor amigo por segunda, tercera y hasta cuarta vez.

Lamentablemente para el rubio la bala, sin saber como ni cuando, ya estaba incrustada en su corazón.