Mericcup

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(+18)

La pelirroja terminó de cortar los vegetales y antes de agregarlos al platillo comprobó su sabor por cuarta vez. Por lo general confiaba ciegamente en su arte culinario, pero esa noche era demasiado especial para arruinarla debido a una mala comida.

-Bien, esto ya está listo -se llevó el dedo índice a los labios y mordisqueó la uña sumida en la lista de quehaceres que había elaborado en su cabeza-. Sólo falta poner a hervir la pasta.

Se quitó el mandil, que aún conservaba su color blanco radiante, y lo depositó junto al fregadero con la intención de utilizarlo nuevamente para culminar con la preparación de la cena, después de constatar que cada rincón del departamento estuviera aseado y ordenado. Ella era cuidadosa con su espacio, era una costumbre que a fuerza adquirió de su madre. Aunque ese día sintió la imperiosa necesidad de realizar una limpieza exhaustiva, por lo que tuvo que apresurarse ya que debido a su trabajo no tuvo mucho tiempo libre, para su suerte su novio llamó para informarle que se retrasaría porque debía ayudar a Eugene con la sorpresa que el cantante tenía para su amiga Rapunzel. Al recordar el show se acercó al televisor y lo encendió, más su atención se centró en las fotografías donde se la podía apreciar junto Hiccup, que gradualmente fueron aumentando hasta abandonar el chifonier y colgarse en las paredes.

-Realmente me haces muy feliz -murmuró con una sonrisa, evocando los momentos cuando se retrató cada imagen-. Y estoy lista para demostrártelo.

Observó el reloj en su muñeca y regresó con prisa a la cocina. Era consciente que ese no era el plan que su novio había trazado, pero ella suspendió la reservación en el elegante restaurante para poder darle una sorpresa; por eso se esforzó en conseguir los números telefónicos de los demás miembros del grupo para así poder indagar sobre esa información que el castaño creía intrascendente y se negaba a compartir, como su comida y postres favoritos o la clase de música que utilizaba para relajarse.

Estaba dando los últimos toques a la mesa, acomodando la platería y enciendo las velas, cuando el timbre en la puerta del edifico zumbó. De inmediato tomó el mando del televisor y lo apago, luego buscó la lista de canciones que iba a reproducir, apagó las luces de la sala y fue hasta el intercomunicador.

-¿Sí? -habló a través del aparato.

-Hola, Mérida -respondió Hiccup, con voz vivaz- ¿Lista para nuestra cita?

-Aún no termino de arreglarme -mintió- ¿Quieres subir y esperarme?

-Por supuesto.

Mérida presionó el botón que quitaba el seguro de la puerta del edificio y corrió a su habitación para examinar su aspecto. Arregló algunos mechones de su cabello rebelde, que habían escapado de la alta coleta, volvió a repasar su labios con el brillo sabor fresa y pasó las manos por sobre el perfil y el frente de su cuerpo, desde los senos hasta las caderas, borrando cualquier arruga o marca que pudiera existir sobre el negro vestido corto que se adhería a su cuerpo cubriendo su cuello y su pecho y dejando sus hombros y su espalda al descubierto por completo. Antes de que pudiera decidir si debía continuar calzando los zapatos de tacón o debía cambiarlos por unos más bajos, Hiccup llamó a la puerta.

Con pasos expectantes se dirigió a la entrada y la abrió lentamente.

-¡Santo cielo! -exclamó el castaño al observarla de pies a cabeza-. ¡¡¡Estás hermosa!!!.

-Gracias -Merida se ruborizó-. Tú también estás muy guapo -lo halagó, al tiempo que lo imitaba y lo recorría con la mirada.

El cantante iba vestido con unos pantalones café, una camisa verde musgo y una chaqueta de cuero; llevaba su cabellera ligeramente despeinada, pero le quedaba perfecto. La pelirroja podía jurar que todo su cuerpo se estremecía ante tal despliegue de sex appel, así que para evitar que sus pensamientos se turben desvió la mirada hacia la sala recordando de inmediato el motivo por el que su novio estaba allí.

Relatos (Jelsa, Mericcup, Eugenzel, Kristanna) Completo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora