La Última Vez

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Siempre hay uno que ama más; por eso es tan difícil. Y el que ama más es vulnerable.

Stefanie Zweig

Canción: Alguien- Kany Garcia. 

Las semanas pasaban de forma lenta, sin embargo lo que avanzaba de forma frenética era la recuperación de André. Pronto dejó de necesitar ayuda y comenzó a realizar sus actividades por sí solo. Los mareos y la debilidad casi habían desaparecido por completo y había aumentado el peso que había perdido de forma dramática.

Las terapias comenzaban a hacer efecto en su equilibrio, fuerza y coordinación. Se esperaba que en dos meses la recuperación fuera total. Y que en un tiempo más prudente pudiera conducir y intentar montar una bici, y quizá más adelante volver al BMX. Los neurocirujanos no se cansaban de repetir que la recuperación de André era todo un milagro pues no tenía secuelas caóticas, ya que muchos pacientes que habían sufrido lesiones similares o no lo habían logrado o sus secuelas eran terribles

Sin embargo lo que no había mejorado era el silencio profundo en el que André estaba sumido. Con los únicos que hablaba era con Franco, Bastian y Feli, al resto de la familia nos tenía en la lista negra. Era desesperante para mí verle en ese estado, quería acercarme a él y platicar, que me contará que le atormentaba o le preocupaba, pero él no me lo permitía.

Trataba de comprenderlo, de saber que lo que había vivido era una experiencia muy difícil de afrontar, pero con el paso de los días cada vez se me hacia mas complicado el entender por qué estaba sumido en ese silencio. Cuando llegaba a casa después de las terapias, lucia tan deprimido que  lo único que quería era abrazarlo, besarlo y darle mi amor. 

Lo necesitaba en todas las formas, me hacía muchísima falta y en las ocasiones que lo busqué pensando que si quizás él notaba que aun lo amaba, y lo deseaba tal vez su ánimo mejoraría pero lo único que recibía era su frío rechazo. Y eso me destrozaba por dentro. Me hacía sentir débil. Y todo eso se notaba en mi estado anímico, por lo que no pasó mucho tiempo en que Carlo se diera cuenta de eso.

Una tarde en la que mi ánimo estaba por el piso, Carlo me invitó a tomar café, de poca gana acepté. A pesar de que apreciaba mucho a Carlo y quizá hablar con alguien de lo que estaba pasando me haría sentir mejor. Pensé que iríamos a una cafetería, pero esta vez Carlo me llevó a su apartamento ubicado en el Barrio de Brera.

Era un apartamento pequeño, pero muy hermoso. En cuanto la taza de café estuvo frente a mí, le conté todo lo que sucedía, el silencio de André, sus rechazos y cuanto queria ayudarle. Carlo solo escuchaba atentamente.

-Lo que Zäch vivió, no es nada fácil Aly pero no le veo lógica a lo que hace contigo. Debería estar agradecido, tú no te mereces eso, dijo Carlo mirándome a los ojos.

-Lo sé y lo he tratado de comprender pero no lo logró.

-Me frustra tanto Aly, que Zäch te tenga en su vida y que no lo valore. Tú te mereces el mundo, te mereces todo y no las migajas que él te da, dijo tomándome de la mano. No sabes cuánto quisiera tener en tu corazón el lugar que ocupa ese sujeto.

Al escucharlo decir eso las mis pulsaciones se aceleraron. Carlo se puso en pie y se acercó a mí, dejándome sin aliento.

-Te mereces ser feliz Aly, date otra oportunidad de sentir, de experimentar otras sensaciones, dijo mientras me plantaba un beso.

Al inicio pensé en separarme de él, decirle que no podía, pero mi cuerpo me decía lo contrario. Sus labios me hacían sentir un cosquilleo en todo el cuerpo que hacía mucho no sentía. Sus manos comenzaban a recorrer mi cuerpo y los míos el suyo. No recordaba cuándo fue la última vez que tuve sexo, pero mi cuerpo lo anhelaba.

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