Chapter Twenty-Five

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―¡Milo, Paden está nadando en mi sopa! ―llamó Heidi durante el almuerzo una tarde, y Milo levantó la mirada de su libro. Instintivamente, el chico tocó su cabeza, donde Paden normalmente residía, sintiendo sólo su cabello. Miró en dirección de Heidi, notando que tenía razón, el bowtruckle se veía muy contento en la sopa de la chica como si estuviera tomando un buen baño caliente.

―¡Paden, hemos hablado sobre esto! ―dijo Milo, sacando a su pequeño amigo del bol. Paden intentó resistirse a ser removido de su baño, pero no podía igualar la fuerza de Milo, a quien terminó haciéndole una pedorreta. Aparentemente, algo que Newt olvidó mencionar en sus trabajos era que los bowtruckles eran muy capaces de usar una actitud como ésa en situaciones que no iban a su favor. Tomando una servilleta de la mesa, Milo decidió limpiar a Paden mientras la criatura peleaba como un niño malcriado.

Desde que se esparcieron las noticias sobre el bowtruckle atendiendo a la escuela, muchos estudiantes menores y mayores que Milo querían ver a Paden. Estaban aquellos que estaban fascinados por Paden y otros que veían injusto que el chico pudiera tener tal "mascota" en el castillo. Aquellos en Slytherin, especialmente el Profesor Snape, señalaban que los chicos Potter sólo eran excepciones a las reglas y que tenían privilegios especiales. Por supuesto, el profesor de anormal nariz grande nunca se atrevió a hacer esos comentarios en presencia de Minerva cuando estaba cerca de Milo, esperaba para ridiculizar al chico en sus clases.

Pero Milo tenía mucho de qué preocuparse y Snape no era prioridad en ello. Se acercaba el partido entre Hufflepuff y Gryffindor y Milo se sentía en conflicto consigo mismo. Por primera vez, iba a ir contra sus amigos, hasta su hermano menor. Sin embargo, justo cuando Milo pensó que Snape iba a ser el menor de sus problemas, es anunciado que el profesor de pociones iba a ser el árbitro el partido. Era difícil decir con qué equipo se desquitaría más, tenía un gran desprecio por ambos chicos, Milo estaba seguro de que iba a ser una fiesta para el profesor Snape ponerles falta a todos por cualquier pequeña cosa.

No era lo que Milo necesitaba, pero iba a tener que lidiar con ello de una forma u otra considerando que su equipo contaba con él como uno de los Cazadores.

Paden chilló rápidamente mientras Milo continuaba limpiándolo cuando no había nada que limpiar. Heidi y Max intercambiaron miradas y Heidi estiró una mano para detenerlo.

―Tranquilo, Milo, está limpio y está bien. Puedo servirme más sopa. Tienes que relajarte.

Milo aflojó su agarre en Paden y le permitió volver a su cabello. Paden tiró de uno de sus mechones irritado antes de calmarse y girarse hacia ellas.

―Lo intento, pero no puedo evitarlo. De todos los profesores, ¿tenía que ser Snape?

―No te preocupes por él ―le dijo Heidi―. Estoy segura que los Golpeadores de ambos equipos van a enviarle un par de bludgers para deshacerse de él.

Milo sonrió al imaginar a todos en el campo en contra del Profesor Snape en lugar de jugar el partido. Pero estaba seguro de que cualquier que se atreviera a enviar una bludger en su dirección sería probablemente vetado de jugar quidditch por el resto de su tiempo en Hogwarts. Esperaba que si había juego sucio de parte de Snape, los otros profesores intervendrían y lo detendrían, sobre todo su madre.

Puede que su lealtad fuera para Gryffindor siendo la jefa de casa, pero Minerva siempre buscaba que se hiciera justicia. Justo al pensar en su madre, Milo la vio entrar al Gran Comedor e inmediatamente se puso de pie y se acercó.

―¿Nervioso? ―no había duda de su parte al preguntarle. El chico inmediatamente quitó la mano de su cabello donde había estado retorciendo un mechón y le dio una sonrisita.

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