Chapter Thirteen

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Milo corrió en una dirección mientras los gemelos tomaban otra y Lee otra para evitar la ira de Filch, por supuesto, siempre que los gemelos o Lee mencionaban divertirse, normalmente significaba molestar a Filch y huir de él. De alguna forma, los gemelos consiguieron la contraseña del Baño de los Prefectos, probablemente sacándola de Percy cuando no estaba prestando atención a sus alrededores, solo para llenar las grandes bañeras con una inmensa cantidad de burbujas. La habitación entera se había inundado antes de escapar, y ahora con zapatos rechinantes, Milo estaba haciendo lo posible por no ser atrapado. Aun así, al girar en una esquina, chocó cotra alguien, cayendo al suelo.

Inmediatamente identificó a Neville, el chico menor con una mareada mirada en sus ojos tras caer.

—¡Oh, Neville! —saludó Milo, ofreciendo su mano—. Lo siento, no te vi al girar, ¿estás bien?

Era una pregunta tonta como notó al ver el rostro de Neville, una vez más, parecía estar cerca de llorar. —Neville, ¿qué pasa?

—¡Ha sido un día pésimo! —dejó escapar—. Derretí mi caldero, se esparció por todos lados, incluso en mí. Me quemé y tuve que ir a la Enfermería. Entonces, el profesor Snape me llamó un idiota. No quiero volver a esa clase, fue horrible. Seguía metiéndose con Harry y entonces...

—¿'Arry? —repitió Milo—. ¿Se estaba metiendo mucho con él?

Neville asintió. —Le seguía preguntando cosas que Harry no sabía, lo llamó una celebridad, entonces hice que Harry se metiera en problemas por mis errores. No quise hacerlo, quise disculparme...

—Neville —Milo alargó una mano y la colocó en el hombro del chico—. No tienes que disculparte. El profesor Snape siempre ha sido un miserable idiota y ser de Gryffindor no ayuda mucho. Nadie ha podido llevarse bien con él, excepto por algunos Slytherin, pero incluso eso no estaría garantizado todos los días. No es tu culpa.

—¿No lo es? —Neville sorbió por su nariz, sus ojos llorosos encontrando los de Milo, sólo para ser recibido por una sonrisa amable.

—No, en lo absoluto. Anímate, vas a amar tus otras clases, sólo vas a tener que aguantar Pociones por un tiempo —le aseguró Milo, escuchando los gritos de Filch en la distancia—. ¡Dicho eso, mi querido Neville, debo irme! ¡Adiós!

El joven Gryffindor observó cómo Milo corrió la otra esquina y desapareció sin decir otra palabra. Levantó su mano y le dio un pequeño saludo.

—Adiós.

Para hacer funcionar su compromiso durante el almuerzo, Milo les informó a las chicas que se sentarían todos juntos en la mesa de Hufflepuff, era lo justo y les explicó que quería tener la compañía de todas.

—No hay nada mal con unidad entre casas —les dijo y por la mayor parte, parecieron estar de acuerdo, el único problema era que todas las chicas con las que tenía amistad eran extremadamente competitivas y muchas de ellas tenían Quidditch corriendo por su sangre y espíritu. Así que mientras aunque fueran amigables en los pasillos y durante las comidas, estando en la cancha demostraría ser una diferente historia.

Pero mientras él estaba trabajando en que las chicas fueras menos competitivas, Milo también estaba intentando trabajar en que su hermano hablara con él. No estaba enojado con Harry, no importaba qué tan disgustado había estado antes, no era culpa de Harry. Mientras sus amigos como Heidi estaban listos para golpear a Harry en la cara, no entendían el dolor con el que Harry lidiaba y llegando a eso, Milo tampoco lo hacía, pero estaba al tanto de ello. Su madre le había advertido desde que era pequeño que las cosas en el mundo no siempre eran buenas.

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